Una curiosidad que me ronda la cabeza es comprobar, casi a diario, y por diferentes fuentes de vida, como los seres humanos tendemos a creer que las ideas que tienen los otros son opiniones personales, subjetivas, descargadas de razón, muy personales, criticables por doquier, con derecho a ser desmontadas con facilidad, ...

Sin embargo, nuestras propias ideas, las que nacen de nosotros, son puras, simplemente representan la verdad, en ocasiones la
" única " verdad, la realidad más objetiva, la que cualquiera puede y debe verlo así, la razón indiscutible.

Me gusta llamarle el
" síndrome de la doble opinión " ; es decir, siempre y para casi todo, sabemos que éxiste una doble opinión : la nuestra y la equivocada.
Vivímos mirando un gran espejo ... que nos hace sentir como los principales protagonistas.