Hace unas semanas se han reunido en Brasil numerosos psiquiatras, psicólogos
genetistas y neurólogos para hablar sobre el amor y la pasión.
Intentan encontrar " la ciencia " que explique la pasión.
Buscan la carga genética y la hormona del amor.

Se preguntan por qué unas parejas duran para siempre. No pueden vivir unos sin los otros.
Y por qué otras parejas no tienen un recorrido mayor
que el tiempo en el que la pasión es muy fuerte, un tiempo en el que el fuego
marca la existencia de la relación.
Fuego que se apaga con los primeros chubascos.

Las conclusiones de estos expertos es, como mínimo, sorprendente.
No descartan crear en el futuro una píldora que asegure la felicidad continua a través del amor.
Y un medicamento que nos ayude a mantener la fidelidad conyugal
aprovechando la carga hormonal " responsable " del amor.

Pretenden con un análisis de sangre predecir, basandose en la bioquímica,
la compatibilidad entre dos personas y la durabilidad de las parejas.

Increible !!!

No creo que el amor sea una cuestión, al menos no tan sólo, de química.
Sabemos de muchas hormanas que forman parte de la

biología del amor

Sustancias biológicas que están implicadas en la pasión y sus consecuencias físicas,
como la ruboración, el incremento de frecuencia cardiaca, la sudoración,
el aumento pupilar, etc...
Muchas están ya muy estudiadas, como la GNF o Factor de Crecimiento Neuronal.

Pero el éxito de una relación no puede estar sólo en mano de estas hormonas.
¿ Y la amistad ?
¿ Y la confianza ?
¿ Y la ternura ?

El valor de una pareja está más bien en el hecho de que está formada por dos individuos.
Que, como tal, guardan su valor individual.
Parejas no formadas por dos mitades, sino por dos unidades que se suman.
Interdependientes.
Cada una de esas unidades tiene su propio espacio.
Apuestan por compartir, por imaginar juntos y separados, por respetar.
¡ Amar es sumar !
Sin embargo, es frecuente encontrar muchas parejas que viven

" restando-se "
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