Llevo unos días creando los contenidos de un curso nuevo, sobre la Persuasión.
Al principio recogiendo la materia prima, haciendo búsquedas por internet, en bibliografíamúltiple, hablando con colegas me llegaba la sensación de que "persuasión", al menos socialmente hablando, es una palabra con un poquito de tufillo, como que no huele bien, como que suena a engaño, a " qué me quieres vender " ... Aunque todos, y todos los días, la utilizamos simplemente como un arma necesaria para poder vivir.
Profundizando en el tema lo primero que descubrí es su papel en al historia de las civilizaciones. Interesante como empezaba ya a estudiarse en la antigua Grecia, unos 500 años ac, por los primeros juristas de la época para poder impartir, con su retorica persuasiva, justicia. Como fue la seña de identidad de los sofistas, primeros profesionales en el arte de persuadir. Cuyo nombre, muy pretencioso, viene de " sophos ", que significa sabios. Filo-sophos, o amantes de la sabiduría. ( Mi amigo Sergio, aprendiz de filosofo, podría darnos lecciones de todo esto ).
Pero la persuasión es, por encima de todo NEUTRA. Quiero decir con esto que las leyes que rigen la persuasión, conscientes por haber sido estudiadas y aplicadas con esmero, o de forma inconsciente porque te " nacen tu alma ", ni son buenas ni son malas.
Por poner un ejemplo, como la energía atómica. Puede ser mala si pensamos en bombas y guerra o muy buena si la asociamos a producción de energía.
En el caso de la persuasión puede ser utilizada mal, violentamente, intimidando, para conseguir lo que se desea a cualquier precio. O puede ser utilizada para firmar la paz, para conseguir recursos para una ONG, para enamorar, o para que te abroches el cinturón cada vez que te subes en tu coche.
Te voy a contar una fábula que define precisamente la mejor forma de usar la leyes que rigen la persuasión y que, usadas bien, te pueden llevar a conseguir lo que necesitas sin tanto esfuerzo.
Dice así:
El Sol y el Viento siempre estaban discutiendo sobre cuál de los dos era más fuerte. El Viento creía que lo era él porque tenía una poder destructivo con tornados y huracanes. Quería que el Sol admitiera que él era mucho más fuerte. Pero el Sol se mantenía fuerte en su opinión y no se dejaba convencer.
Un día el Sol decidió que quería resolver este enfrentamiento ya para siempre; así que invitó al Viento a competir con él. Pero escogió la competición con mucho cuidado.
Señaló a un hombre mayor que estaba paseando por una plaza y desafió al viento para que utilizara su poder y consiguiera que la chaqueta del señor saliera volando.
Para su sorpresa, cada ráfaga de viento sólo conseguía que el hombre se aferrara más a la prenda. Cuanta más fuerza utilizaba, el hombre más se agarraba a su prenda. Las ráfagas más fuertes hicieron que el hombre cayera al suelo, pero no se soltaba de su chaqueta.
El Viento se rindió y le dijo al Sol que lo intentara él. El Sol sólo tuvo que sonreír y brillar radiantemente. El hombre , al sentir calor, empezó a sudar. El Sol continuó desprendiendo calor y más calor. Hacía lo que mejor sabía hacer.
Y, al final, el hombre se quitó la chaqueta. El Sol había ganado.
Este es un bonito ejemplo de la verdadera persuasión. Si tu forma de persuadir hace que todos ganen, respetando, los demás estarán encantados de ser influenciados.
Este website emplea cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de usuario. Asumimos que está de acuerdo con nuestra política de privacidad al continuar la navegación.