¿ Conoces la historia de la tenista inglesa Gem Gilbert ?
Cuando era niña le ocurrió un hecho que le marcó el resto de su vida.
Visitó al dentista con su madre para una consulta, en principio, sin importancia.
Pensaba que no tardarían mucho en volver juntas a su casa.
Ella jugaba en la sala de espera mientras el odontólogo practicaba
una sencilla operación dental a su madre.

Pero hay enfermedades dentales que pueden derivar en problemas cardiacos.
El caso es que la escena que la niña Gilbert se encontró fue tremenda:
su madre murió durante la extracción de un molar, en el sillón del dentista.
A ella le quedó para siempre esa imagen en su retina.
Y esa sombra en el corazón.

En toda su vida la imagen le volvía una y otra vez a su mente.
No visitó a ningún psicólogo, no hizo nada por borrarla...
Siempre se había dicho que, aunque le doliesen los dientes
o sus muelas " a morir ", no visitaría jamás a un dentista.

Con el tiempo se convirtió en una tenista muy famosa
y disfrutaba una vida llena de abundancias.
Y una boca llena de caries y otro tipo de infecciones.

Un día tuvo un problema en su boca que le produjo un dolor insoportable.
Sus consejeros le recomendaron que visitara a un dentista.
A lo que ella se negaba.
Por fin, el amor de su vida, consiguió convencerla de que, al menos ,
permitiese que un dentista la visitase a ella en su propia casa.
Le dijo: " aquí tendrás a tu abogado, a tu médico de cabecera y confianza,
a toda tu familia, ...".
Y accedió.

Pero sucedió lo inesperado, cuando el dentista llegó,
y empezaba a preparar sus herramientas para la observación,
miró a Gem y la encontró muerta.
Todavía no había ni siquiera abierto su boca.

Un periódico londinense al día siguiente decía:
" A Gem Gilbert la ha matado un pensamiento
de hace treinta años ".

¿ Es tan potente el papel de la sugestión y el miedo ?

Los hechos pasados pueden proyectase con tanta fuerza en el presente
que nos inmovilizan y repercuten en nuestra calidad de vida.
Esta claro que el ejemplo de Gem es inaudito, poco probable.
Sacado, por exageración, de madre.
Pero puede ayudarnos a reflexionar sobre esos otros pensamientos, menos potentes,
que vuelven y vuelven con continuidad a nuestra mente,
provocandonos una cavilación excesiva,
y que pueden llegar a ser muy dañinos y paralizantes.

En consecuencia, estaría muy bien aprender a extirparnos,
como si de piezas dentales se tratase,
nuestras lamentaciones, nuestros miedos del pasado,
porque pueden arruinarnos nuestra vida.