Estoy convencido que todo tipo de relaciones entre las personas
requiere de medida
.
Sea cual sea el tipo de relación.
Entre amigos del alma, entre los dos miembros de una pareja de enamorados,
en la relación jefe colaborador, entre compañeros, entre padres e hijos, ...

Nunca nos entregamos a una relación sin condiciones.
Incluso en los momentos de enamoramientos iniciaticos,
aunque nos pueda parecer que no lo hacemos, ponemos nuestras condiciones.
Otra cosa diferente es que en algunos casos no se comenten,
porque viven en el lado invisible de la relación. Pero están ahí.

Toda relación necesita encontrar la medida necesaria entre la
intimidad y el desapego. Entre lo compartido y lo propio.

¿ Por qué confundimos lo compartido en común con el control sobre lo que compartimos ?
¿ Y lo " nuestro ", perteneciente a ambos, con " me pertenece " o " me perteneceS " ?

En psicología se habla una teoría llamada
" conducta de síndrome de amor patológico " o patofilia.

Y tiene un significado muy sencillo de comprender:
atropellar al otro/os en nombre del amor o basado en la relación que les une.
Por cierto algo muy común entre familiares, entre padre e hijos, entre enamorados,
entre las personas que más se quieren, entre las más allegadas.

Por eso es frecuente escuchar frases como:
" Yo por ti he hecho ... y ahora tú deberías ..."
" Con todo lo que yo he hecho por ti, me sacrifiqué y ahora mira como ... "
" Con lo que te he dado, esperaba que tú ... "
" Recuerdas cuando tú ...y entonces yo... pues ahora... "

La patofilia no es más que una forma de control.
Confunde la relación/nes, que simboliza/an UNIÓN de dos o más,
con la dependencia mal entendida, basada en MI, YO, MiO, ME PERTENECES, ...
Muchas veces esta forma de control se impone en nombre del amor
y tiene una única finalidad: que el/los otro/os actúen de acuerdo a nuestros deseos.

Sin embargo, en mi opinión, aprender a dejar espacio a los seres más queridos
es la forma más sana de amar, de relacionarnos en general.
Me gusta decir que la arena de la playa se escapa antes de la mano en la medida
que cerramos ésta y apretamos.
Por el contrario, si mantienes la mano abierta, suele quedarse casi toda en la palma.

Soy más partidario de la interdependencia que la dependencia resignada a todo
o de la independencia no querida, absurda porque te aisla.
La interdependencia no patofílica es una forma de respeto que genera la distancia
deseada, que crea los margenes necesarios, los límites que unen, los pequeños margenes
que sólo pertenecen al individuo.

Es muy raro que una flor que no termina de abrirse se marchite.
Empieza a marchitarse cuando se ha abierto del todo.
La luna, en cuanto se pone llena, empieza a menguar. Antes sólo crece.
Lo que aún no ha llegado a su cenit, genera expectativas, está vivo, despierta los sentidos.
Esto es lo que debemos hacer con nuestros amigos, amores, hijos,
colaboradores, compañeros, ...
Pongamos ciertos límites y la relación será fluida, amplia, infinita como el cielo.

Como decía una conocida canción:
" el amor que me libera me robó la libertad "