Miro su rabo.
Me habla...
Me dice:
" ¡ Que bueno es vivir ! "

Y lo mejor es que no necesita justificaciones para contarse a sí misma
por qué es tan bueno vivir.
Lo sabe, sin más, directamente; está en su naturaleza.
Conserva lo mejor del estado natural.
Celebra la vida sin cesar. Está presente.

Ahora me miro yo.
Como tantas otras personas inquieto, con la mente extraviada,
hiper-ocupada, viviendo múltiples momentos al mismo tiempo,
cargado de interminables preocupaciones pasadas y futuras.

A ellos les encanta sus momentos; los que están en su presente.
A nosotros nos encanta perdernos en la oscuridad de lo que no existe,
recordar y anticipar. Conceptualizar imagenes prefabricadas.
Crear laberintos sin salida, complejos, llenos de problemas que en
realidad no existen más que en nuestra mente.
Estamos llenos de ruido mental.

¿ Y qué pasaría si por un momento,
aunque sólo sea por celebrar un feliz sábado tarde,

DEJAMOS DE PENSAR
EN LO QUE NOS APARTA
DE LA ÚNICA REALIDAD ?