"Sólo hice una cosa durante toda mi vida: aprender a morir"
Bounam de Psiskhé

Comentaba con una amigo esta semana la importancia de aprender a morir.
Es un gran quita-miedos.
No aprenderlo nos puede llevar a perder la vida en vida.
Tener miedo a la muerte, no aceptarla, mirarla demasiado, sentirla cada día,
vivir angustiado por su espera, es acercarla,
aunque no necesariamente en el tiempo, pero sí en la mente.

Si eres creyente no deberías tener miedo a la muerte
porque después de ella, re-nacerás.
No habrá espacio y tiempo entre su llegada y el paso a un nuevo nivel de tu vida.
Será como el sueño.
El sueño no lo mides en términos de tiempo, te despiertas y es como si
te acabarás de haber dormido.

Y si no eres creyente, regálate un basta ya.
¿Qué sentido tiene seguir angustiado por algo que no puedes controlar,
que te supera, que vive fuera de tu marco referencia?
Si no eres creyente, entrégate a ella, con aceptación
y así se acaban todos los miedos.
Si no eres creyente, debes saber que la muerte pertenece a la parte instintiva del animal
que todos somos. Es aprender que forma parte de la propia vida.
Por ello, como hacen los gatos, delfines o gacelas, asúmela y deja de pensar en ella.

En ambos casos, creyente o no, te liberarás de pasar espacios y tiempo de tu vida sin vivir.
Te librarás de miedos tóxicos injustos, de cerebros engañados por la ansiedad o el pánico,
de la vida anticipada en exceso, del futuro inmediato fatalista,
de dirigir y usar energía en algo que no podrás cambiar: que un día morirás