Cualquier persona puede convertirse en escultor de si misma.
Y también ayudar en nuestra creación mental de los demás.
Puedes crear casi todo aquello que eres capaz de creer.
Se conoce con el nombre de efecto Pigmalión.

Pigmalión era un rey chipriota además de escultor afamado.
Nos cuenta Ovidio, en su libro Metamorfosis, que Pigmalión,
inspirándose en la bella Galatea, creo una estatua bellísima,
enamorándose locamente de ella. Pidió a los dioses que la escultura cobrase vida
para poder amarla para siempre. La diosa Venus respondió a la petición de
Pigmalión y se lo concedió. Le dio vida a la estatua convirtiéndola en su amante.

Según este efecto, llamado desde entonces con el nombre del escultor,
cuando creamos algo en nuestra mente hacemos que empiece a crearse
en la realidad.
También se conoce con el nombre de la auto-profecía cumplida,
porque viene a enseñarnos que la profecía de un hecho
nos lleva al hecho de la profecía.

Si tratamos a una persona como excepcional en algo, empezaremos a verle así
y tendrá muchas posibilidades de convertirse, para nosotros, en lo que
esperamos de ella. Las expectativas se acomodan a la percepción de la realidad.

La investigación más potente que se llevó a cabo de este efecto fue la realizada
por los doctores Robert Rosenthal y Leonore Jacobson, en el 1968
en un estudio llamado el efecto Pigmalión en las aulas.

La investigación comenzó con un estudio en centros educativos de New York
para detectar a los mejores alumnos en relación a sus capacidades intelectuales.
Una vez terminado el estudio convencieron a cinco profesores sobre cuáles eran los estudiantes más inteligentes y las expectativas creadas para ellos.

Al final del curso, los estudiantes señalados obtuvieron mejores resultados
y calificaciones de rendimiento que la media del resto de alumnos.
Ahora bien, la verdad es que a los profesores se les había ocultado algo:
nunca se habían hecho esos estudios en realidad,
los alumnos se habían elegido a los alumnos al azar,
sin ningún criterio real basado en estudios de inteligencia ni de capacitación.

¿Por qué ocurría esto?
Según los observadores del estudio al parecer los profesores consideraron en
muy alto concepto a los alumnos elegidos y les trataron de una forma muy especial
durante todo el período formativo, con esmero, con recomendaciones especiales.
Al pensar que eran inteligentísimos "crearon"
una mayor capacidad de atención sobre esos alumnos.
Fueron más disciplinados con ellos, pusieron mucho más esfuerzo.
Les trataron como si fueran genios.
Ahora bien, eran alumnos absolutamente normales.

Los test de inteligencia y capacitación se hicieron a posteriri,
observándose que eran alumnos de inteligencia normal.
Podéis leerlo en el libro "Pigmalión en la escuela. Expectativas del maestro y desarrollo intelectual del alumno" , escrito por los autores citados
y publicado por Marova.

Mucho más tarde este efecto ha sido demostrado por la neuro-ciencia.
Conocido como Efecto de Resonancia Límbica.
Los seres humanos tenemos capacidades neuronales que nos permiten
sincronizarnos con los demás.

También el efecto Pigmalión fue llevado al teatro por George Bernard Shaw,
inspirándose en el famoso escultor de la historia.
Creo un personaje, Eliza, la florista que era humilde y ordinaria y
que consiguió cambiar su vida gracias a la apuesta del profesor Higgins
con el coronel Pickering.
Obra en la que se inspiró uno de los musicales clásicos más conocidos,
My Fair Laidy, dirigida por Georges Cukor y protagonizada por Audrey Hepburn.

Este efecto puede ser muy perjudicial o muy productivo, dependiendo de cómo
lo utilicemos tanto en el ámbito familiar, escolar o laboral.
Y en todo tipo de relaciones con los demás.
Al poner un pre-juicio en nuestra mente sobre otra persona,
automáticamente estamos preparados para que se cumpla.

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