Creo que no damos las gracias todo lo que deberíamos; que somos poco agradecidos.

Y no me refiero a esas gracias de carácter social, producto de la educación que hemos recibido,

que son absolutamente necesarias pero insuficientes.


Estoy hablando de las gracias lanzadas al viento, pensadas sólo para nosotros, las que no necesitan ser escuchadas por nadie, salvo por uno mismo.

Gratitud por las cosas que te van sucediendo, por la Buena Suerte

que eres capaz de creer y de crear, por estar vivo, por aprovechar cada instante.

Esta semana estoy viviendo uno de esos momentos en los que a uno le toca ser agradecido, no sólo con un “gracias”,

sino con verdadera gratitud.

Sería injusto no serlo.

Me encuentro en Boston, invitado por la prestigiosa Universidad de Harvard

como participante en un seminario sobre Education and Technology.

Un lujo extra-ordinario.

Sentir el placer de poder compartir estudios y experiencias

con grandes profesores e investigadores, grandes expertos en sus materias.

Llenarme de sus conocimientos.

Entenderéis mi gratitud.

Deberíamos practicarla más !!!


Incluso es muy bueno ser agradecidos, egoístamente hablando, porque nos ayuda a valorar lo que tenemos,

lo que nos rodea, a las personas que nos quieren, lo que somos, …

Conciliar por medio de la gratitud nuestra vida con todo lo que ella nos ha dado.


Pero solemos actuar más bien al contrario.

¿Por qué solemos enfocar más nuestra mirada hacia la carencia, hacia lo que no tenemos,

hacía lo que nos falta, en lugar de observar con satisfacción lo que abunda en nosotros,

siendo realistas, positivos y aceptando lo que somos, tenemos y hacemos?

¿No será este uno de los mayores obstáculos a la felicidad?


Hoy estoy agradecido por lo que os cuento de mi viaje a Boston,

pero no creo que sea necesario esperar a momentos extra-ordinarios para mostrar nuestra gratitud.

Vivir las maravillas de lo cotidiano también es suficiente razón para dar las gracias:

ese primer café de la mañana compartido, mirar las olas frente al mar, el abrazo deseado, la mirada encontrada en el vacío, …


Eckhart Tolle dijo que

La oración más importante del mundo tiene una sola palabra: Gracias

No deberíamos olvidar que todo lo que nos ocurre cada día es un milagro.

¿Quieres vivir tu vida como si todo fuera un milagro o cómo si no lo fuera nada?,

decía Einstein.

Es una cuestión de elección personal.

¿Tú qué eliges?


La gratitud es más que dar las gracias, es una actitud

ante la vida porque estar agradecidos es vivirla con alegría; y porque tiene que ver

con la forma como observamos lo que nos sucede.

En esta frase lo resume fantásticamente Emmett E. Miller:

Puedes quejarte de que los rosales tienen espinas o agradecer que algunos arbustos espinosos tengan rosas “.


¿Tú cómo lo miras?


Y, por si todo esto no fuera suficiente, la gratitud te hace sentirte mejor, porque te hace sentir afortunado.

Te conecta con el entusiasmo.

Es incompatible con sentimientos negativos y de desconfianza.


Así que, amigo de este blog, sólo me queda decirte:


¡ GRACIAS !