Hoy Sara me ha contado un cuento: El Aguador.
Yo no se lo dije, le dejé contar e interpretar, pero ya lo conocía,
...aunque nunca pensé que el cuento se llamara así.

Lo había leído en diferentes libros; recuerdo con cariño uno de estos libros en los
que aparece, el bellísimo libro de Francesc Miralles,
La alegría interior.
Ojo si lo buscas en alguna librería, tendrás que preguntar por Francis Amalfi,
que es con el pseudónimo con el que lo escribió.

El cuento dice así:

Un aguador de la India tenía dos grandes vasijas para llevar el agua que colgaba
en los extremos de un palo que llevaba encima de los hombros.
Una vasija tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta,
conservaba todo el agua hasta que llegaba a su lugar de destino.
La vasija agrietada sólo llegaba con la mitad del agua.

Durante varios años sucedía cada día lo mismo.
Por supuesto, la vasija perfecta estaba orgullosa de su trabajo, de su saber hacer,
de su perfección, de sus logros.
Y era normal, estaba cumpliendo con el trabajo para lo que había sido creada.

La vasija agrietada estaba muy avergonzada de su imperfección. Se sentía mal.
Sólo podía hacer la mitad de su trabajo. No cumplía con su obligación.

Pasado un tiempo la vasija agrietada habló con el aguador y le dijo:

" Estoy avergonzada de mi, de cómo trabajo, porque debido a mis grietas
tú sólo puedes entregar la mitad del agua y por ello sólo obtienes la mitad del
dinero que sacarías si yo fuera perfecta. Igual deberías cambiarme
por otra vasija perfecta ".

El aguador, la miró con compasión y cariño y le contestó:

" Cada día cuando regresamos a casa, quiero que notes las bellísimas flores
que crecen a lo largo del camino ".

Eso hizo la vasija, observó las hermosas flores que habían a lo largo del camino.
Aún así, se sentía mal, apenada porque al final del camino sólo quedaba la mitad
del agua dentro de ella.

Una vez finalizado el recorrido ese día, el aguador le añadió:

" ¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino?
Siempre sus semillas bebieron de tu agua.
Por eso aunque yo siempre supe de tus grietas busqué el lado
más positivo de eso que llamas tu imperfección.
Sembré semillas de flores a lo largo de todo el camino del lado que tú vas,
así todos los días las has regado.
Son flores que recojo cada tarde y vendo en el mercado.
Hacen a mucha gente en el pueblo feliz y a mi familia poder vivir mejor.
Si no fueras exactamente como eres, con tus limitaciones,
que también son fuerzas,
no hubiera sido posible crear este bello paisaje
y así conseguir el bienestar para mi familia ".

Y es que cada uno de nosotros tenemos nuestras propias limitaciones;
pequeñas o grandes grietas que si sabemos aprovechar adecuadamente,
ver su lado más positivo, pueden ser de mucho valor.

Por qué nos centramos en ver, criticar y observar desde lo negativo.
Es así tan fácil así.
Lo verdaderamente hermoso y creativo es encontrar cómo convertir esas grietas
en algo aprovechable y que nos haga feliz.

¿Conoces tus grietas?