Un viajero visitó a un sabio maestro.
Su humilde morada se encontraba prácticamente vacía.
Sólo tenía una cama donde dormir y un cuenco para comer.
El visitante, observando el lugar, le dijo:
"¿Cómo es que vive con tan poco?
A lo cual el sabio respondió:
Tu también viajas sólo con una pequeña mochila
Si..., pero yo estoy de paso”, dijo el viajero.
El maestro añadió:
Y yo también

¿No es esto la vida, estar de paso?

Cada vez estoy más convencido que al aligerar nuestra vida
ganamos en felicidad. Ganamos espacio y tiempo;
lo más importante que tenemos, ...y quizás lo único.

Vivimos rodeados de cachivaches innecesarios.
Acumular y acumular.
Confundimos tener con ser.

¿Cuántos objetos tienes que nunca utilizas?
Ese traje que te pusiste una vez, ese bañador que nunca lo utilizaste,
los viejos utensilios de cocina que guardas en el garaje para cuando tengas la
segunda casa, los libros de cuando estabas en el insti, cargadores de móvil
aunque ya no esté el móvil, carpetas llenas de facturas del pasado,
los bolígrafos sin tinta, las viejas gafas de sol rotas, ...
Y, ¿para qué?

Guardar de forma exagerada pensando en el futuro o
guardar para nunca dejar de recordar el pasado,
no es más que olvidar el presente.

El estado de los objetos que nos rodean con frecuencia nos demuestra
nuestro estado emocional.
E igual que nos pasa con los objetos, nos suele pasar con las ideas, opiniones,
con las personas cercanas, con los lugares, con ...
Tenemos que aprender a desprendernos.
Está es una verdadera lección mágica.
Cuando cerramos con algo, estamos dejando espacio para lo nuevo.

Tagore decía:

“El hombre rico es aquel que sabe renunciar a la mayoría de las cosas”

Leía a Maruja Torres decir que un amigo suyo le había ayudado a
desprenderse del lastre y que le recomendaba vivir con un cúter.
Sabia recomendación.

Se trata de romper con viejas manías,
de interrumpir la relación selectivamente con los recuerdos que no ayudan,
con los viejos agobios y miedos, con las personas que ya no nos pertenecen,
con lo tóxico que se nos acumula, ...

El placer por la vida no se encuentra en las cosas,
sino en nosotros mismos.
No está en los escaparates.

Algunos estudios neurológicos llevados a cabo con
Resonancia Magnética Funcional, demuestran que se iluminan ciertas áreas
del cerebro asociadas con el sentido de la recompensa cuando obtenemos
objetos de deseo.
Mantenemos nuestro estado antropológico de cazadores y recolectores.
Pero los mismos estudios también demuestran como nos dejan de insatisfechos
esos mismos objetos cuando forman parte de lo nuestro, cuando ya nos pertenecen.
Somos seres insatisfechos de forma crónica.
¿Vida de usar y tirar?

Y no es nuevo; Sócrates, 400 ac, ya lo había dicho:

“ Cuán numerosas
son sin embargo
las cosas que
no necesito