¡Que mal invierno ha hecho este año!
¡Que calor tan horrible para ser los primeros días de primavera!
¡Que pereza, es lunes!
¡Que envidia, él sí que puede...!
¡Que horror, me toca ir de compras!
¿Joder, ...y hoy lloviendo!
¡Que ...!

Vivimos bajo la cultura de la queja

¿Cuántas quejas ocupan tus conversaciones cotidianas y tus pensamientos?
Seguro que muchas veces estás centrando tu actividad y decisiones en ellas.
Y, la mala noticia, es que es imposible que una sociedad, organización
o individuo avancen así...

Os recomiendo que pongamos un ojo en esto.
Llevemos conciencia a nuestros pensamientos para huir de la queja.

Lo que pensamos tiene una fuerza motriz
que determina el hecho que va a suceder

Al pensar en algo, empezamos a observarlo desde ese punto de vista,
y es desde ese locus desde donde creamos el futuro.
Si nos centramos en la queja con exceso, en abuso,
creamos una sociedad en estado de victimismo,
en situación de espera, y por lo tanto paralizada por ese
"esperaremos a que cambien los tiempos”.
Desde la queja es fácil postergar, dejar para mañana.
Desde ahí no es fácil salir de una crisis.
Más bien se mantiene, se amplifica, y , lo peor, se deja para que todo
sea resulto por otros.

Es fácil, y estamos educados para caer en ello, centrar nuestra atención
en lo que nos gustaría que ocurriera
aunque nosotros no tengamos ningún “poder”
para que eso ocurra o para cambiar lo que nos nos satisface.

Cuando la lluvia nos viene mal,
(como ha pasado en estos días en San Francisco)
nos encantaría que dejase de hacerlo.

“ Que pena, no llueve nunca en San Francisco
y me ha tocado toda el agua esta semana ...”

Podemos en ese momento pasar todo el tiempo bajo el impulso de la queja,
diciendo lo que debería ser porque así nos gustaría y no está sucediendo
o elegir una segunda opción, en mi opinión mucho más productiva y válida.
Esta segunda forma de enfocar la situación consiste en si nos descubrimos bajo
el estado de queja, hacernos la siguiente pregunta:

¿Qué SI puedo hacer
desde la situación
que no puedo cambiar?

Esta otra forma de enfocar el momento que estás viviendo
y sobre el que no puedes intervenir.
Esta pregunta interior es mucho más efectiva y te hace sentirte mejor.
Te alejará de la queja improductiva y generadora de victimismo.

Los que se quejan en abuso gastan una energía en la queja que no les deja actuar, hacer, moverse...
Y no están preparados para la aceptación, por lo que sufren más.
No te resignes, es decir, acepta y sal de la excusa para empezar a cambiar algo.

O dicho de otra forma:

si no hay luz,
puedes esperar a que venga de nuevo,
o encender tú la velas.
¿Qué eliges?

A veces encontramos mil excusas o quejas para no hacer algo,
cuando sólo necesitaríamos una para hacerlo.

¡ ENCONTREMOSLA !

Me cuentan que en el año 2006, Will Bowen propuso al mundo el llamado
reto de las 21 días,
con el propósito de ayudar a eliminar cualquier rastro de queja y lamentos
y sus nocivas consecuencias en las personas.

El reto consistía en que te colgaras una pulsera morada, podía valer un fino hilo,
y que lo mantuvieras durante 21 días sin emitir ningún tipo de queja.

Olvidando los ...
“ nada me sale bien ”
“ esto no es para mí ”
“ me van a echar del trabajo ”
“...”

Pensó en 21 días porque los científicos dicen que necesitamos
21 días para crear un hábito.
Si durante ese periodo emites alguna queja debes cambiarte la pulsera de muñeca
y volver a empezar.
La mayoría de los que participaron lo consiguieron, pero les llevo unos cinco
meses de media.
La idea de Bowen se propagó rápidamente por todo el mundo.
Ha salido en numerosos programas de tv y prensa.

La propuesta de este reto es simple:

¡ ABANDONA LA QUEJA !
y te llenarás de gratitud

Mantén una observación sobre tus pensamientos y cuando te descubras quejándote
expresa un agradecimiento a tu vida, a tu salud, a tu trabajo, a tus conocidos, ...

Cambia queja por propuesta.
Si algo no te gusta, cámbialo.
Si no puedes cambiarlo, cambia tu actitud en como lo recibes.

Cambia la forma
de ver las cosas
y las cosas
cambiarán de forma