Otra vez he vuelto a ver hoy la película
Forrest Gump, de Robert Zemeckis.
Adaptación de la novela de Winston Groom.

Esperaba sentado frente al televisor la final del master de tenis de Roma y,
por culpa de la lluvia en Italia, cambió la programación de TV y me encontré enganchado a Forrest.
Siempre me pasa con esta película, una y otra vez.
Cuando la ponen no puedo dejar de verla.

El Sr. Gump, de coeficiente intelectual muy bajo, cercano al 75,
pero con un corazón más grande que el sol y un coraje jamás visto.

Una fantástica lección sobre

Inteligencia Emocional

contada de una forma muy sencilla.

Un personaje que nos hace vivir toda la historia última de EEUU,
desde la llegada de Elvis a la muerte de Lennon, pasando por el caso Watergate o la llegada de la cultura pop, el black power, el movimiento hippie, entre otros hechos
históricos.
Capaz con su corta inteligencia de ser campeón de rugby,
conocer presidentes de su país, ganar el mundial de ping-pong,
soldado en Vietnam, sacar una carrera universitaria,
casarse con la única mujer de su vida, adorar a su mamá, ser papá,
dar la vuelta al mundo corriendo, hacerse multimillonario vendiendo gambas,
ser el mejor y más fiel amigo de su amigos, ...

Sí! , lo sé, ...es una pelí, y ya está.
Pero me engancha por la importante lección para nuestra vida
que podemos aprender de este personaje de la ficción.

¿Por que Forrest es así?
¿Por que consigue todo lo que se propone?

Quizás su corto coeficiente intelectual le hace:

no tener miedo;
no plantearse que no puede;
ser simple, sencillo;
vivir para lo que le gusta;
hacer más que pensar;
ser un luchador, creer en el esfuerzo;
ver la realidad con sentido positivo;
dar sin esperar nada a cambio;
saber pedir;
ser fresco y divertido con todo lo que hace,
...