Me encantan los domingos por la tarde.
Es el momento de la semana en el que siento que todo muere y todo nace.
Acabar y empezar.
Mirar atrás, en la semana que se cierra y empezar a ver lo que viene con la nueva.
Es frecuente que los domingos por la tarde me apetezca pensar.
Dejar la mente en blanco. Recibir ideas. Crear.

En este devenir de un domingo pre-veraniego me llega a la mente
ideas y personas con las que he compartido un trozo de tiempo
en la semana que se cierra.

Me he encontrado con sentimientos de culpabilidad,
con miedo a lo desconocido, con conductas rígidas propias del no-cambio,
con capacidad desarrollada para postergar los sueños,
y, sobre todo, de forma repetida esta semana he visto falta de capacitación y ánimo
para practicar el desapego.

Mientras sigamos pensando que tenemos que hacer algo porque otros
lo esperan de nosotros, estaremos llenos de resentimientos y de culpas.
Toda persona es individual e independiente.
Necesita de los demás, pero no puede vivir pensando en las expectativas
de los otros porque deja de moverse.
Las personas se unen para ser más de una, no para dividirse en mitades.
Toda relación donde una persona se funde con otra, acaba siendo dos mitades.

En mi semana, que ahora se cierra, he visto frente a mi
cinco elementos
que atacan de lleno a la capacidad de mantener a tono la felicidad.
El desapego es el primero de estos elementos.

El segundo ha sido observar
incapacidad de perdonar nuestros errores.
Todos nos equivocamos.
¡ Equivocarse es aprender !
Los errores nacen de lo involuntario.
El verdadero problema del error no está en la equivocación cometida,
sino cuando no nos concedemos el permiso de haberla cometido.
Al no perdonarnos nos quedamos sufriendo por algo que, en el peor de los casos,
nos ha ayudado a ser mejores, a crecer, a conocer otras formas de hacer, a mejorar, ...

El tercero tiene que ver con la capacidad, inexplicable,
de magnificar los eventos negativos que nos ocurren.
Demos el peso adecuado a las cosas.
Si sólo chispea no es necesario visualizar una tormenta.
Hiper-valorar lo negativo nos hace sentir mal.
Sin embargo, lo practicamos con mucha frecuencia...
Un evento negativo convertido en drama construye una realidad falsa
y desde esta pseudorealidad nos lleva a sufrir incluso con lo que no ha pasado,
pero podría haber pasado.
Hay que ser justos con los juicios que hacemos
de lo que nos va ocurriendo a nosotros mismos.
De estos juicios del pasado, depende mucho más de lo que imaginamos nuestro futuro.
Este falso juicio además nos hace que no seamos capaces en numerosas ocasiones
de dar carpetazo a heridas del pasado, convirtiéndose en un freno de futuro.

En cuarto lugar me gustaría hablar de la falta de perspectiva
que nos convierte en seres multimiedo.
Miedo a lo que pensarán, miedo a lo que dirán, miedo a mostrarse como somos,
miedo a la no aprobación de otros, miedo a mi propia conducta, ...
Pero si la felicidad consiste fundamentalmente
en tener un futuro abierto.
No puede faltar la perspectiva de futuro.
Le llamo así porque tiene que ver con el miedo que nos produce
la inmediatez de un evento.
Encontramos personas que han perdido en el banquillo, antes de lanzar a puerta
ya han decidido que no van a meter gol, antes de dar la conferencia ya saben que
aburrirán a sus asistentes, antes de salir a escena saben que no tendrán espectadores, ..., ..., ...

Y la quinta, de lo que tanto hablo en mis ponencias,
la falta de ilusión.
Lo que nos mantiene vivo...
Ilusionarse es vivir la vida con magia.
Piénsalo; todo lo verdaderamente importante en tu vida es mágico y por ello requiere de la ilusión.
¿Es tu amor mágico? ¿Es tu profesión mágica? ¿Son tus hobbies mágicos?
Si la respuesta es afirmativa están llenos de ilusión.
Si es negativa, ¡ revísatelo !
Ilusión viene de “juego”; y ¿no es la vida un juego?
No podemos vivir sin ella.

En este domingo por la tarde he querido compartir algunas de las cosas que,
en mi modesto entender, pueden ser bloqueadores o trampolines de la felicidad.

¡ Sólo depende de nosotros !

Kafka decía que
el corazón del hombre es una casa con dos estancias: la alegría y la tristeza

¿ En cuál de ellas
quieres vivir ?