¿Qué es la libertad?
La libertad es el derecho a elegir:
el derecho a crear para uno mismo las alternativas de elección.
Archibald MacLeish
(Poeta)

¿Te ha pasado alguna vez que mirabas una foto con algún amigo al mismo tiempo
y cada uno de vosotros veíais algo diferente en ella, poniendo la atención en
diferentes detalles de ese mismo paisaje que estaba frente a los dos?
Una misma realidad observada
desde diferentes puntos de vista se ve diferente.

Vamos creando nuestra propia realidad en la medida que vamos observando
de una forma u otra, (=percibiendo),
lo que aparece frente a nosotros, lo que se nos ofrece, los eventos que van
sucediendo en nuestro entorno.

Volvamos a la foto de la que hablábamos:
¿por qué casi siempre cada uno se fija más en aquello que la foto le muestra
como lo más importante para él?
Lo más importante porque lo vivió de forma especial, destacada, cuando hicieron
aquella foto; o porque le trae un recuerdo amargo o precioso del momento vivido, o simplemente aunque no haya participado en esa foto porque hay algo que es más
próximo a él.
Percibimos la realidad desde el más profundo de los " yoes ".

Y es que al contemplar la realidad aparecen siempre dos elementos
que nos hacen observarla de una forma u otra.
Estos son:

CREENCIAS
EXPECTATIVAS

Las creencias generalmente basadas en nuestras vivencias pasadas.
O en vivencias nunca vividas por nosotros pero sí imaginadas
o vividas por alguien cercano.
Las creencias generan nuestra disposición mental con la que la observamos
cualquier evento o realidad exterior; es lo que conforma nuestra

ACTITUD ANTE LO OBSERVADO

Las expectativas proyectan lo que todavía no ha sucedido,
pero se espera que así pase; es decir, habitan el futuro.
Se encargan de ayudarnos en el proceso de

TOMA DE DECISIONES

Ambas son las responsables de nuestras elecciones personales.

CREENCIAS + EXPECTATIVAS = ELECCIÓN

Para demostrar la importancia de las creencias y expectativas en la capacidad
de elegir de las personas hay numerosos estudios y ejemplos.
En las clases de marketing y fisiología del consumo que imparto
me gusta utilizar los llevados a cabo por Dan Ariely en Boston.

Hoy os contaré otro que realizaron unos magos y humoristas americanos
muy conocidos en todo el mundo: Penn & Teller,
en uno de los episodios de su programas televisivo Bullshit !

Penn & Teller hicieron para su programa de tv una encuesta de prueba a ciegas
por las calles de New York encontrando que, referido al atributo sabor,
el 75% de las personas prefieren el agua del grifo que la de la famosa marca Evian.

En la segunda fase de la prueba prepararon a un falso sumiller del agua,
se trataba de un actor profesional, en un restaurante conocido de la misma ciudad
y le pedían que presentara a los desprevenidos comensales una carta de aguas embotelladas encuadernada en piel con nombres como:
Mount Fuji o L´eau du Robinet.
Aguas que tenían precios entre 5 y 10 dólares.

El falso sumiller les describía los beneficios de cada marca, hablando de su
capacidad diurética, de su poder antitóxico, del sabor único, de la mineralización, ...
y terminaba haciéndoles diferentes recomendaciones.
Después les servia en una gran copa y les pedía la opinión
sobre el sabor y el placer de beber un agua tan especial y única.

Todos los comensales estuvieron de acuerdo en que esas aguas eran claramente
superiores al agua corriente del grifo.
Algunos se atrevieron a calificarlas con adjetivos como "suave", "crujiente", "especial".

Todos a estas alturas habéis adivinado que se trataba de botellas con marcas
falsas llenas de agua del grifo.
De hecho si conocéis un poquito el francés ya sabéis que la traducción literal
de L´eau du robinet no es más que "agua del grifo".
No habían sido embotelladas en lugares exóticos sino en la trastienda del restaurante.

Conclusión: el hecho de esperar que el agua sea especial, la hace especial.

Penn & Teller lo hicieron únicamente con valor humorístico.
Pero numerosos estudios científicos demuestran lo mismo.

Por ejemplo, un estudio llevado a cabo en Stanford sobre una cata de vinos
cuyos precios de mercado estaban entre 5 y 90 dólares observábamos algo parecido.

Cuando los catadores no expertos cataban los vinos sin conocer el precio
disfrutaban igual de los diferentes vinos.
No se encontraron diferencias estadísticas de cuales eran mejores y cuales no.
Simplemente opinaban sobre gustos personales
en relación al diferente "cuerpo", sabor, color, etc...

Pero en el mismo estudio, con grupos homogéneos al anterior,
cuando la cata no era ciega y los catadores tenían acceso a conocer
los precios de los vinos, el resultado era completamente distinto.
¡ Quedaban seducidos por el precio !
De forma que elegían en una proporción superior al 90% los vinos más caros.

Hoy no os cuento estos estudios para hablar de marketing o de publicidad,
ni de las técnicas legales de puffery: técnicas de comunicación
publicitaria basadas en la exageración o hipérbole; sino para hablar de que
según la forma en que percibimos la realidad
nos hace tomar una decisión u otra.

La realidad se construye dependiendo de nuestras propias expectativas.
Por lo tanto, elegir tiene mucho que ver con la capacidad,
libertad decía el poeta con el que arranca este post,
de plantearnos diferentes alternativas, de cuestionar nuestras propias expectativas,
de valorar el conocimiento pasado, de evaluar nuestras creencias,
de darnos el permiso de observar los hechos desde las diferentes posibles aristas.

Y, en mi opinión, el aprendizaje más importante de esto es
que la felicidad no depende de la realidad
sino de la interpretación que hacemos de ella.

En la historia encontramos algunos ejemplos de personajes
que nos han demostrado esto a lo que me refiero;
que aún sufriendo algún tipo de martirio, nunca dejaron de ser felices.
Entendían el hecho que les sucedía como doloroso pero de una forma resiliente
elegían la actitud de sentirse bien.
Observar su realidad de otra forma.

Son muy conocidos los casos como el de Tomás Moro, Gandhi, Jesús de Nazaret,
el archiconocido Viktor Frankl o el de Nguyen, entre otros...
Aunque yo hoy me quedo con el de Buda, cuando decía:

el dolor es inevitable,
pero el sufrimiento
es opcional