Un labrador iba con su hijo a la feria de un pueblo cercano
y llevaban un mulo viejo.
Cuando pasaron por la primera aldea, un vecino comentó a otro
que eran estúpidos por llevar un burro e ir los dos andando.
El labrador que lo escuchó entre risas,
pidió a su hijo que se subiera en el burro.

Al pasar por el siguiente pueblo
una mujeres comentaron que ese niño era muy desagradecido
y poco amable con su padre.
¿Cómo se atrevía a ir él, que era tan joven, montado en el burro
y su padre andando?
Al oírlo el labrador pidió a su hijo que bajara, fuera a pie,
y se montó él en el burro.

Al cruzar por la calle principal del tercer pueblo
oyeron a dos hombres comentar que eso nunca lo debería hacer un padre:
dejar a su hijo jovencito andando y tirando del animal,
mientras él va tan a gusto y cómodo sentado.
El padre, que estaba atento a la conversación de los vecinos,
pidió a su hijo que subiera también y así los dos irían sentados en el burro.

Llegando al pueblo en el que se celebraría la feria,
lo primero que escucharon fue a varias personas añadir:
¡ pobre animal !
"Son más animales los que van arriba que el pobre burro", decían...
“ Como se portan tan mal con el pobre animal subiéndose los dos en él ” .


Da igual que hagas las cosas de una forma o de otra:
encontrarás críticas.
Estar preparado para ello es mucho más eficiente.
Te hace más feliz. Te genera orgullo.

Esta historia nos enseña a entender que no podemos pretender,
por nuestra ideas o con nuestras acciones,
tener siempre la aprobación de todo el mundo.
Deberíamos aprender a eliminar esos deseos exagerados de aprobación
porque así seríamos más nosotros mismos y además , en según que momentos,
no dudaríamos tanto.
Pasaríamos a la acción con más fuerza.

Alguien dijo una vez:

“ no sabría darte un consejo
para ser más feliz,
pero sí uno
para no ser más infeliz:
NO PRETENDAS GUSTAR A TODO EL MUNDO