Se queda un puente de mar azul tendido para siempre...

En un colegio el niño preguntó a la maestra:
- Maestra, ¿qué es el amor?

La maestra sintió que el niño merecía una respuesta muy especial.
Valoro diferentes opciones pero no encontraba como explicar un concepto
tan terrenal, pero tan intangible, difícil de compartir, tan de cada uno, ...
No quería dar definiciones. Ni una, ni varias.
No quería abrir un debate entre todos los alumnos.
Prefería que ellos mismos lo comprendieran haciendo un acto de amor.
Era una de esas maestras que piensan que lo mejor para aprender de verdad,
y para siempre, hay que vivirlo, experimentarlo, ...hacerlo.
¡Aprender haciendo!

Como ya estaban en la hora del recreo les pidió que salieran al patio
y que de vuelta trajeran algo que para ellos significaba amor.
Los chicos salieron apresurados, con sus ojos exploradores buscando por todos lados,
valorando opciones, intentando crear metáforas, comparando,...

Cuando volvieron la maestra les dijo:
- Quiero que cada uno muestre lo que trajo consigo para explicar el amor.

Uno de ellos, el más espabilado se adelantó a sus compañeros y explicó:
- Yo traje esta flor, ¿no es linda? ¿No representa la esencia del amor?

El segundo alumno dijo:
- Maestra y yo cogí esta mariposa. Me gustó su colorido. La sensación de libertad.
Su creatividad cuando vuela. Y la transformación al saber que alguna vez,
antes de hoy, fue gusano de sea.

El tercer alumno precipitadamente cortó al anterior en su exposición y comentó:
- Yo, yo, yo maestra sé lo que es el amor. Por eso cogí este pajarito del nido.
¿No es gracioso? Pía y pía todo el día en su red de contactos,
comunicándose con los de su misma especie que están en otros nidos,
con los que habitan en el mismo árbol o en otros árboles muy lejanos.

Y así, uno a uno, entre los 29 que formaban la clase, fueron explicando
qué era lo que habían encontrado para explicar el amor
en esa parada de la clase a la que llamamos recreo.
Que se llevaban como idea del amor.
Cual sería su metáfora del amor para el resto de su vida.

Sólo una niña de la clase no dijo nada.
Y la maestra, sorprendida, se acercó a ella y le preguntó:
-Por qué tu no has traído nada para explicar el concepto amor.

A lo que la niña, joven pero sabia, contestó:
- Maestra no necesito nada para explicar el amor que yo he vivido
mientras duró ese tiempo de recreo.
Discúlpeme pero yo vi a la mariposa y la disfruté aunque sabía que no podía llevármela. Pensé que en llegar a casa o aquí mismo en la clase sería capaz de hacer
lo que ella hacía en el patio: volar con libertad y transformarme tantas veces
como fuera necesario.
Y vi también el nido del pajarito. Y como piaba.
Aprendí la importancia del amor en las relaciones.
Y que estar conectados nos ayudará a crecer a todos.
Y no sólo de él aprendí el verbo amar, sino también el verbo compartir,
que le queda muy cerca.
Maestra también vi la flor, pero no la arranqué porque de ella aprendí al belleza,
la pasión por los demás, y por uno mismo,
el aprender a dar tu mejor aroma para poder así recibir.

Todo esto me lo he traído maestra para entender el amor.
Ahora me tocará a mi vivir el amor.
Para ello no olvidaré jamás el aroma de la flor, ni la transformación de la mariposa,
ni la libertad del pajarito.
Lo llevaré a mi vida, a mis decisiones, a mis acciones, a mi casa, a mi escuela, ...
Ahora ya no necesito explicar el amor maestra, porque el amor ya vive conmigo.


...así vivimos la verdadera vida;
no explicándola
ni siquiera observándola,
sino creándola.



Desde San Francisco me llevo mucho para esas nuevas
cre-e-a-cciones
Gracias amig@s ! A los que me habéis acompañado y los que me habéis recibido.