Siempre hay, al menos, dos maneras de ver las cosas...

Estaban sentados en al mesa un chico y una chica, compañeros de trabajo.
Contemplaban a una mujer sentada en una mesa vecina, totalmente borracha,
que se mecía de un lado a otro con su bebida en la mano.
El chico le miraba sin cesar...

La chica le preguntó: "¿La conoces?"
"Sí", suspiró él; "es mi ex-novia".

Y añadió:
"supe que se dio a la bebida cuando nos separamos hace unos años
y me han dicho que desde entonces nunca estuvo sobria".

"Dios mío", dijo la compañera...
Añadiendo:
"¡Quién diría que una persona puede estar tanto tiempo celebrando algo!"

Así es en tantas otras cosas en la vida.
No nos paramos a pensar que para todo existen diferentes realidades;
y que depende del modo en que observemos los hechos les concedemos significado.

Hoy estoy frente al mar, observando que el agua que llega a la orilla
es cada vez distinta.
Que todo pasa. Que todo se renueva. Todo cambia.
Y es esto precisamente lo que da valor a la vida:

LA RENOVACIÓN
El renacer continuo.

Observando la realidad desde esta perspectiva me llega a la mente una idea obvia,
cotidiana; de esas a las que considero que deberíamos prestar conscientemente
mucha más atención.
Es esta:

Lo único válido de verdad que tenemos
es que estamos vivos

Pararnos a pensar esto de vez en cuando nos da mucha fuerza,
otra perspectiva de la realidad.
Por eso me gusta mucho la sentencia que acabo de oír a una persona desconocida:
"Prefiero un rayo de sol que una camiseta de 200 euros".

¿Será la edad?