¡NO PUEDO MÁS!

A veces todo parece tener un ángulo ascendente, 
es decir estar “cuesta arriba".
Son momentos en los que nos sentimos aturdidos, desconcertados, 
incomprendidos, excluidos, ignorados, cansados, perdidos, ...
Nos falta la energía más básica para activarnos.


Son momentos en los que nos tocaría parar, observar, descansar, 
recargarnos y empezar desde otro punto, lugar, posición, entendimiento.


Si piensas con detalle verás que la mayoría de las veces en las que nos encontramos así
es por puro cansancio mental, no físico. 
O sí físico, pero producido por falta de energía mental.


“Estoy que no puedo más, agotado, con ganas de que lleguen las vacaciones ...”,
me decía la semana pasada un coachee en una de nuestras largas conversaciones. 
“No puedo más porque he invertido mucho en esto y ahora no me dejan seguir adelante...”, añadía.


En otra conversación, en este caso de un amigo, decía:
“He invertido mucho en esta relación y ahora me doy cuenta de que no tiene futuro..., 
¡no puedo más!”


Y por si faltaba poco, un jefe de ventas de una gran multinacional me contaba:
“Estoy agotado de tanto empujar y luchar para quedar cerca del objetivo
pero no conseguirlo. Y no puedo más seguir así...”


Todos los casos referidos a un ¡NO PUEDO MÁS!
... y todos tienen su origen en un cansancio mental.


Si lo analizamos con un poco más de profundidad, veremos que se trata 
de una cuestión relacionada con la gestión de lo que esperamos que nos acontezca.
Convertimos la vida en una continua demanda, lucha, expectativa.
Generando una dinámica de deseo insatisfecho que nos agota.
Dejándonos, en muchas ocasiones, defraudados ante nuestra propia esperanza.


El verdadero agotamiento es emocional. 
Nos consume la energía personal dejándola en mínimos.
No nos damos cuenta que nuestra energía no es ilimitada.
Y ya lo dice la primera ley de la termodinámica:
“La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”
En este caso esta energía emocional se transforma en un estado físico
llamado “bajón”, o en una irritación excesiva, o en un abandono total de algo que nos gustaba, o en una subida de tono innecesaria,
o creando ambientes desagradables para los demás, o un exceso de mal humor,
o conflictos absurdos, o reproches inadecuados, o cargas de ira,
o ingratitud estúpida, o en rabia dañina, o...


Rompe nuestra confianza con nosotros mismos. La peor de las pérdidas.


Y si paramos a cargar energía de vez en cuando.
A re-pensar las cosas. A crear otras alternativas.
A valorar la expectativas que viajan en nuestra mente.
A Conectar con lo verdadero, con nosotros mismos. 


No es mi mensaje deciros que no debamos luchar por lo que deseamos, por nuestros sueños. Y superar obstáculos.
Luchemos con perseverancia. Asumiendo errores. Buscando excelencia.
Pero, al unisono, también gestionando las expectativas que ponemos en ello. 
Sólo usando la energía que valga la pena usar.
Siendo sinceros con nosotros mismos.
No practicando trampas en el juego del solitario de nuestra vida.


Hay preguntas básicas para esos momentos:


¿Me compensa el desgaste?
¿Merece la pena el “precio” que tengo que pagar?
¿Es este el éxito verdadero que busco?
¿He elegido bien por lo que lucho?
...


Ante estas situaciones las fuerzas las podemos reponer desde el interior. 
Cancelando los pensamientos que rodean las circunstancias.
Las circunstancias muchísimas veces no las podremos controlar,
ni cancelar, ni suprimir. 
Nos tocará aceptarlas. 
Y si requieren protesta, protestemos!
Y si requieren reclamo, reclamemos!
... pero con la claridad de tener la mente lo más limpia posible.
Porque de lo contrario la lucha se convierte en decepción,
y la decepción en cansancio, el cansancio en desánimo,
y el desánimo en abandono, en un “¡NO PUEDO MÁS!”


Quizás no podamos cambiar lo que ocurre a nuestro alrededor,
pero sí podemos cambiar la actitud con la que nos enfrentamos a ello.
Y también podemos elegir qué elige nuestra mente para enfocar 
esa situación que se nos escapa.


Además, ¿para qué desanimarnos? En esos casos nuestras capacidades disminuyen y todavía nos va peor.
Es el momento en el que salen los vampiros emocionales
y nos atacan, nos sentimos débiles y ellos lo saben. Aprovechan!


No hagas que tu propia mente sea tu enemiga. 
No te dejes atacar por ella.
Elimina los pensamientos inútiles. Los que te debilitan.


Veámoslo al revés:
recuerda un momento de tu vida en el que te sintieras pletórico,
lleno de energía, a rebosar, activado, con empuje, ...
¿Qué estaba ocurriendo en ti?


Decía Coco Chanel:


“el más valiente de los actos 
es pensar con la propia cabeza”

Y creo que tenía mucha razón.
Recuerda que...


TÚ MANDAS 
SOBRE TU MENTE