Nacemos y necesitamos a otros, en este caso a nuestros padres.
Con ello empieza nuestra necesidad emocional de apego.
Es nacer y ya empezar a vivir dependiendo de otros.
Una auténtica necesidad biológica para la superviviencia.

Ahora bien, van pasando los años, nos vamos haciendo mayores
y seguimos manteniendo el apego como una "herramienta" necesaria
para seguir viviendo. No nos libramos con facilidad del apego.
Vivimos atados a los demás, aunque sea como una elección personal y libre.

El apego, como tantas otras consecuencias de nuestros estados emocionales,
también puede ser muy perjudicial, tóxico.
Tiene dos polos: uno positivo y otro negativo.
El positivo es la relación sana entre personas, para subsistir y para desarrollarnos,
para crecer juntos o hacer un proyecto compartido,
nos ayuda también en todo tipo de relaciones sociales necesarias.
El otro polo es el tóxico, insano. Cuando no podemos vivir sin el otro.
El apego se transforman en un estado mental insatisfactorio,
pasando el control remoto de nuestras vidas a otra/otras personas,
dependiendo absolutamente de ellas de una forma enfermiza.

Buda ya lo dijo:

"El mundo está lleno de sufrimiento.
La raiz del sufrimiento es el apego.
La supresión del sufrimiento,
es la eliminación del apego"

El apego tóxico genera inseguridad y pérdida de autoestima.
Nos posiciona en estado de víctima.

¿Te pasa que no puedes tomar decisiones si él o ella no está?
¿Te cuesta dejar "volar" a tus hijos?
¿Piensas que sin esa persona no sabrías cómo seguir viviendo?
Si la respuesta es afirmativa a alguna de estas preguntas
o a un largo etcétera de cuestiones parecidas a estas,
es que vives bajo modelos de apego necesario de ser revisado.

Si no nos vemos como seres completos sin los demás,
estamos bajo estado de apego tóxico.

Cuenta Esopo en su fábula:

Una zorra estaba saltando de montículo en montículo,
cuando a punto de caer, se agarró fuertemente a un espino
para evitar así hacerse daño por el golpe contra el suelo.

Pero las púas del espino le hicieron muchas heridas en las patas
y le produjeron mucho dolor.

Por lo que la zorra le dijo al espino:
" He acudido a ti para que me ayudaras pero me has hecho heridas "

A lo que el espino respondió:
" Tú tienes la culpa amiga, es tu única responsabilidad,
decidiste agarrarte a mi. Bien sabes lo bueno que soy para enganchar,
para agarrarte bien y que no cayeras, pero el precio que tienes que pagar
significa que te voy a herir "

Al igual que la zorra, no nos gusta enfrentarnos solos al mundo,
y nos agarramos a otras personas, por miedo a caernos.
Las convertimos en nuestros salvavidas, en nuestras muletas.
Pero, tarde o temprano, nos puede hacer heridas. Daño.

La dependencia es una conducta tóxica
Apuesta y elige la interdependencia.
Cada uno independiente en su propio ser y a su vez relacionado con el otro/otros.

La dependencia o co-dependencia genera inseguridad, exceso de control,
estado de alarma permanente, duda de las capacidades de uno mismo, victimismo, ...

La libertad de vivir inter-dependientemente significa vivir responsablemente.
A lo que tante gente le tiene tanto miedo, como decía George Bernard Shaw.

Desde la posición de dependencia o co-dependencia es muy difícil vivir nuevas
experiencias personales. Se hace imposible conocer nuevas personas, relacionarte con ellas, vivir en otros lugares, amar a otras personas, practicar nuevos hábitos,
estar abierto a la vida, admitir nuevas creencias, nuevas actitudes, cortar con lo viejo,
cambiar para crecer, aceptar lo nuevo si es bueno para uno mismo,
convertir sueños en realidad, amar lo diferente, experimentar para estar vivo, ...

" las personas nacen libres,
responsables,
y sin excusas "

decía Jean Paul Sartre.

El apego se queda en el pasado.
¡Vive el presente!
¡Sueña el futuro!

Vive tu vida no la dejes en manos de los otros
y tú tampoco vivas la de los demás.

Anthony de Mello, en su libro Una llamada al amor,
nos recordaba este pasaje:

" Todo apego y obsesión por alguien te hace infeliz
convéncete, te hace infeliz.
Porque pretender un apego sin infelicidad
es como buscar agua que no sea húmeda "

Renuncia al "no puedo sin él, sin ella".
Vive y comparte tu vida con con él y con ella pero de forma inter-dependiente.
No olvides nunca el valor que nos da la libertad individual.

Para entenderlo mucho mejor esta metáfora:
imagínate en la playa, coge arena e intenta cerrarla en tu mano.
Verás como, al apretar más, al intentar cerrar la mano para que no se escape,
la perderás casi toda. Cuanto más y más fuerte cierres menos arena tendrás en tu mano.
Así es la vida. No conviertas a los demás en personas apegadas a ti.
Déjales libres.
Y pide, generosamente, tu derecho a vivir igual.

Recuerda:

El único que puede limitarte eres tu mismo
Todo comienza en tu mente.

¡ ATRÉVETE !
¿Y si eliges ser feliz?