" Tiovivo " de Moresmont

Con frecuencia nos preguntamos si podemos cambiar nuestras costumbres,
nuestras formas de hacer, nuestras rutinas, los hábitos.

Yes, we can

Cambiar los hábitos que no nos gustan, que nos imposibilitan mejorar,
o que deshabilitan para cualquier acción es posible.
No existe una fórmula mágica para ello. Pero es posible.

Se trata primero de ser consciente de ello, después de encontrar el detonante
que nos lo pone en marcha, buscar nuevos detonantes para actuar de diferente forma
ante situaciones parecidas, generar un plan para provocar el cambio
y finalmente hacer un buen entrenamiento y seguimiento con el esfuerzo necesario.

Un cambio de hábito requiere de repetición, de experimentación novedosa,
de errar y aprender, de diagnostico de nuevas evidencias, de estímulo, ...
Se habla de la voluntad como el principal elemento para el cambio.
Pero lamentablemente con sólo voluntad no se cambia una rutina.
Es necesaria, pero no suficiente.
Son muchos componentes en juego. Un gran cocktail.

El reportero del The New York Times, Charles Duhigg, nos lo muestra en su libro
"The power of habit: Why we do what we do in life and business".
Nos dice que es posible cambiar los hábitos si entendemos como se generan.
Y que para entender bien cómo cambiar un hábito se necesita conocer cómo funciona
nuestro cerebro en relación a la comodidad que nos generan las rutinas.
Nos enseña que el cerebro decide convertir una decisión en hábito
cuando se producen tres etapas:

una señal, una rutina y un premio

Toda decisión empieza con una señal emocional que requiere de consciencia
para tomar una decisión que se almacena en el cerebro, pegándose como si
de un chicle se tratase. Es la impronta inicial.
Después el hábito se hace rutinario porque el comportamiento ante la misma
o parecida señal lo repetimos una y otra vez, muy habitualmente.
Es el comportamiento respuesta repetido en el tiempo.
Y finalmente nuestro cerebro se da cuenta que de ello obtiene una recompensa
emocional por ello. incluso aunque sea un ahorro de energía por comodidad.

¿Qué es lo que se necesitaría para iniciar un cambio de hábito?
¡Una nueva señal!
Es decir, un estímulo emocional que permita sustituir al que no nos gusta.
Fácil no es, ...pero poder se puede.
O fácil sí es, si encontramos el estímulo que nos permite el cambio y nos ponemos
a repetir el nuevo comportamiento en el tiempo.
La tercera etapa, si el estímulo era el esperado, es decir la fase de premio,
el cerebro la encontrará sola.

Pensemos en esto:
más del 50% de nuestra acciones diarias no son decisiones.
Son hábitos.
¿Nos los cuestionamos para corregirlos cuando es necesario
o aunque sólo sea para saber si queremos seguir con ellos?

Las tareas rutinarias inconscientes, a lo que llamamos hábitos,
están localizadas en una parte del cerebro que es como una plantilla
de repetición, de ahorro energético, de comodidad.
Son los ganglios basales.
Estos se reactivan mecánicamente a la más mínima señal,
y así nos permite repetirnos y repetirnos, una y otra vez...
El cerebro así estará encantado porque está ahorrando mucha energía.

La misión de un hábito es ahorrar "espacio" al cerebro. Dejar espacio libre.
Nos permite ejecutar sin tener que decidir.
Es decir, sin pensar. Vivir de las viejas costumbres porque se siente cómodo con ellas.
Vivir sin consciencia aplicada a los hechos o eventos
que nos van sucediendo en cada momento.
Me pregunto: ¿Nos gusta vivir la vida sin ser pensada?

Ahora bien, ¡los hábitos son necesarios!
No podemos huir de ellos. Sí cambiarlos. Se puede.
Es el mecanismo cerebral más potente para no volvernos locos.
Gracias a este poder que tiene nuestro cerebro se nos simplifica la vida.
De no ser así se apoderarían de nosotros los detalles y no seríamos capaces
de distinguir lo necesario de lo innecesario, lo nuevo de lo viejo,
lo sorprendente de lo cotidiano, el ruido de las nueces, ...

El mensaje: convertirlos en positivos para nuestra vida.
Elegir los que nos ayudan, habilitan a vivir mejor.
Destruir o cambiar los que nos generan vida tóxica. Los que nos perjudican.

Y la fantástica noticia que nos enseñan los expertos en el tema
es que las rutinas pueden ser cambiadas.
Se trata de poner consciencia, voluntad y plan.
Los hábitos son poderosos pero también son débiles.
Se trata de encontrar la señal consciente de su su debilidad, el que hemos llamado
el estímulo emocional consciente necesario para una nueva señal de cambio
generadora de "premio".
Los expertos le llaman " habit reserval training ".

Al romper con la rutina se producen cambios cerebrales
que pueden llegar a producir cambios en nuestras vidas.
¿Cuántos hábitos no nos encadenan?
Si sólo pudiéramos cambiar alguno de ellos seríamos más libres.
Piensa en el tabaco, loas drogas, el no deporte, la comida desequilibrada, ...

Hay que aprender a darles permiso para que emerjan; especialmente los perjudiciales.
No dejarles salir por "su" propia decisión.

Decía Thomas Alva Edison:

" Quien no se permite cultivar
el hábito de pensar
se pierde el mayor placer de la vida"

Y siguiendo a Edison se me ocurre una curiosa aseveración de tiovivo:

El hábito más positivo
es el hábito de pensar;
y al pensar nos permitimos
crear los mejores hábitos