"Soportando el tiempo"
      Foto de Paco Jarillo

Hay días,  ... y “días”.
Unos son brillantes, llenos de luz.
Otros apagados, grises, llenos de neblina.
Ambos son necesarios: los oscuros melancólicos que llueven sobre el fuego 
y los celestes llenos de ambición y de llama.
Los que nos apagan y esos otros que nos dan luminosidad.


Todo tiene su tiempo: 
la luz y la oscuridad.
El ruido y el silencio

Unos y otros dependen de nuestra actitud; de nuestra capacidad
para mirar, apreciar e interpretar la realidad.
Nacen desde lo que nos “corre” por dentro.
De nuestra disposición mental ante los hechos por los que transitamos en el correr del tiempo.

Vivimos consumiendo tiempo.
Sin ser conscientes de que nuestro tiempo, este tiempo que conocemos 
y al que llamamos vida, es limitado.
Que cada momento es único. Diferente. Un instante. 
Un relámpago dentro de una infinitud.

No solemos apreciar el verdadero milagro de nuestra existencia:
que es finita dentro del infinito.
Por momentos nos parecería que somos terrenalmente inmortales,
sin embargo, nuestra existencia, tal como la conocemos,
está temporalmente limitada. Nos guste o no.

Vivir, sin entrar en otros detalles, es usar el tiempo que nos ha sido dado.
Elegir usarlo para crear días grises o luminosos depende mucho de nosotros mismos. 
De nuestra actitud que se alimenta de las creencias.

El tiempo que ocupa vida es algo etéreo. 
Para un árbol, como el tejo,  puede ser milenario.
Para una mosca, la eternidad de un día.
Para un adulto, el correr de un sitio para otro, sin atención, sin vivir el instante.
Para un niño pequeño, vivir el ahora, el momento, sin prisa.

En cuarenta años de un ser humano pueden pasar muchas cosas;
pero también puede no pasar nada.
¿De qué depende?

Cuando una persona enferma gravemente, y está cerca de la muerte
suele decir que el tiempo pasa lento y que cada día, 
cada conversación, cada paseo, cada copa de vino, cada beso, ...
es importante, lo vive como único.
¿Es necesario para vivir así sentirte cerca del fin?


Quien vive los momentos y 
está presente
participa de la verdadera eternidad, 
esa que se vive en vida

Me recuerda a Momo, la niña de la novela de Michael Ende
que descubre la importancia de vivir cada momento con entusiasmo
de sentir la vida en cada instante, de vivir con dignidad.
Frente a los Hombres Grises de la novela que ofrecen a los humanos
una cuenta corriente de ahorro de tiempo impidiendo que vivan sus vidas. 
Renunciando a los contactos sociales para ahorrar tiempo.
Y usando el tiempo sólo para sentirse útiles.


El tiempo es vida
Y la vida habita en el corazón
Déjate llevar por él

La vida coge un significado diferente cuando aprendemos
que consiste en elegir cómo usar nuestro tiempo.
Y ese aprendizaje nos la pinta de todos los colores.
Lo diario, lo cotidiano, lo ritual, se engrandecen.
Se sienten de diferente forma...
A veces, se hacen imprescindiblemente prescindibles.

El tiempo es vida. 
Vida con límite. Misterio e incierto en su propia naturaleza.
Y como esto parece ser una gran verdad, 
deberíamos conducirnos amorosamente por el tiempo de vida 
que nos queda. Con gratitud y aprovechamiento.
¿No lo crees?

Tenemos que tomarnos tiempo.
Tomarnos tiempo para tener tiempo.
No robarnos nuestra propia vida.


Como el tiempo es vida, el amor y el tiempo viajan juntos.
Comparten la misma imagen sufí: un círculo incompleto.
Rumí lo dijo claramente: 
“sal del curso del tiempo y entra en el curso del amor”

No hay dos vidas humanas iguales porque han sido vividas
según un uso del tiempo diferente; vividas bajo diferentes decisiones. 
Decidir es usar tiempo para unas cosas y no pasa otras.

Hay días, ... y días.
Todos son tiempo.


Y el tiempo es vida