Había una vez, 
(así empiezan todos los cuentos, no ?), 
un señor que quiso ser astronauta y subir a la Luna.
Consiguió que le metieran en un cohete, tras pagar mucho por ello.
Y llegó a la Luna.

Pero en el alunizaje el cohete se rompió.
A partir de ese momento supo que jamas podría volver a la Tierra.
Tenia oxigeno sólo para tres días.
No habría suficiente tiempo para que mandaran otro cohete a recogerle.

En esos tres días descubrió por primera vez que lo único que deseaba, 
lo que verdaderamente quería, 
 ... lo que le hacía más feliz,
sería estar con su familia y amigos, en su casa, en la Tierra .
Recibir esas pequeñas cosas que antes disfrutaba:
un rayo de sol, una mirada amorosa, un tierno abrazo, ...

Lo supo cuando ya no era posible volver.
Cuando era tarde.

Lo lejos que tuvo que ir
para darse cuenta
 lo cerca 
que siempre tuvo lo que más feliz le hacía. 


Esto nos pasa a las personas con mucha frecuencia.
No vemos lo que tenemos más cerca por estar mirando el horizonte.
Nos perdemos el momento presente. 
Lo cercano.

Pon en valor las pequeñas cosas que tienes delante, a tu “mano”,
esas que nos harían sufrir si desaparecieran, si dejasen de estar cerca de nosotros.
Disfrútalas. Apuesta por ellas. Regálales tu atención, tu tiempo, tu espacio.


Párate y mira lo que tienes 
feliz con ello
Celébralo !!!!