Existen muchos tipos de sabidurías.
A mi me interesa la sabiduría de lo cotidiano.


EN LO COTIDIANO 
ESTÁ LA VIDA

Aprender a vivir la vida aprendiendo siempre, con armonía, sin dañar, relativizando para no sufrir,
apagando a la mente nerviosa creadora de percepciones innecesarias, fluyendo con lo que hacemos,
decidiendo caminos, teniendo el enfoque claro, limpio, ...,  es más fácil de lo que parecería.
En mi opinión, se consigue entendiendo la vida como
un viaje con lo más cotidiano.

Un viaje donde lo que de verdad importa es vivirlo atento, abierto a lo que está por llegar,
huyendo de estados neuróticos provocados por nuestra propia mente, saliendo del miedo tóxico,
desapegados de lo que nos esclaviza, más libre, menos acumulativa, ...

Pero como otros viajes, también nos encontraremos con obstáculos por el camino.
Nos encontraremos con variables incontroladas, espacios no conquistados, sobre los que no tenemos control,
elementos que nos enojarán, contratiempos, ...
Muchas situaciones con las que lidiar desde el desconcierto y la incertidumbre.

Así como en cualquier otros trayectos, en la vida el viaje dependerá de la actitud con el que te enfrentes a él.
A cada una de esas situaciones que te tocará vivir.

No hay un modelo de viaje. No hay un modelo de vida.
El viaje puede tener diferentes atajos, que depende de las decisiones que cada uno toma.
Algunas de las cosas que te suceden dependen de lo que planificas, otras veces no.
La sorpresa forma parte del viaje. La sorpresa lo hace interesante, expectante, misterioso.

El viaje de la vida se paraliza cuando nos dejamos atrapar por el pasado. Por lo ya vivido.
Nos anclamos a lo incambiable. La vida es cambio. No depende de las memorias del pasado.
En otra ocasiones nos lanzamos al futuro llenándolo de expectativas irresistibles que nos engañan el presente,
impidiendo que lo vivamos con atención, robando el brillo del presente, de lo único que realmente tenemos.

Decía Buda:

“ El pasado es un sueño inexistente,
el futuro un espejismo
y el presente la nube que pasa”

Y es que lo que te toca vivir es lo que estás viviendo, nada más.
No puedes acceder a otro entorno, a otro instante.

Tres cosas, dice un antiguo adagio, no se pueden recuperar:
“la flecha lanzada, la palabra dicha y la oportunidad perdida”

Debemos cuidar a quién o a dónde disparamos. Lo que decimos y cómo lo decimos.
Y lo que vivimos y cómo lo vivimos.

Cuando viajamos, si lo hacemos disfrutando y viviendo el viaje,
ponemos atención a los conclaves que visitamos, es decir visitamos museos poniendo toda nuestra atención,
observamos los paisajes con detalle, escuchamos más atentos, somos conscientes de todo lo vivido.
Ponemos consciencia en todo.

Así debería ser la vida en lo cotidiano, dinámica y a la vez llena de consciencia.
Vivir atentos es vivir.
No vivir intentando pre-ver todo.  Ves lo que ahora puedes ver.
Disfrútalo !!! (=vívelo)
No se puede pre-vivir. Sólo se vive en el instante.

Cuando realizamos un viaje, nos gusta pensar que nos divertiremos, ponemos en nuestra mente
pensamientos positivos, palabras bien sonantes, nobles, despiertas, evitamos los miedos,
asumimos riesgos necesarios, y también imaginamos los momentos que viviremos en el viaje,
se cumplan o no pero los imaginamos, (que si tomaremos un coctel tal o cual lugar, que si iremos a ese spa,
que si montaremos en el medio de transporte “x”, que no nos podremos perder tal paisaje, ... ).
Luego la realidad hace del viaje el verdadero viaje y no el planificado.
Habrá valido la pena la imaginación apresurada por traer al presente el futuro para ser vivido en el mismo presente
incluso aunque no todo se cumpla porque es otra forma de disfrute.
Ahora bien, lo vivido es lo real.
En el viaje de la vida deberíamos hacer igual, planificar esos momentos deseados, traerlos al presente
y disfrutarlos, pero no desestimar los que estamos viviendo en cada instante,
porque sería vivir una vida sólo imaginada, sólo reflexionada.

La vida para lo que está 
es para ser vivida


El viaje a lo cotidiano es el viaje al disfrute de esos momentos.
¡ Elige y vive !
Pon atención a cada uno de ellos: a esa copa de cava fría pre-navideña, al baile disfrutado con un amigo,
al paisaje que ves desde la ventana donde laboras, al tacto de su piel, a ese libro que ahora devoras,
al compartir las palabras que te hacen tan feliz, cuando acaricias a tu mascota, a ese paseo frío en el invierno por la playa,
al agua que se desliza por tu piel cuando estás en la ducha, al beso robado y al solicitado,
a la mirada atenta del niño, al paseo en bicicleta, al disfrute de una peli en una tarde de sofá, a ...

En cada uno de esos momentos es donde está la vida.
No la pierdas.
Habrás perdido el viaje; porque el viaje más importante de tu vida es la vida.

Entre tanto ruido, 
no olvides 
viajar a lo cotidiano