Algo cambia en tu vida y te vienes abajo.
Se rompe la calma, la paz, entras en conflicto, en
  crisis, 
a veces con el apellido de "personal”.

Una crisis es un cambio brusco o modificación de un suceso o de la expectativa del mismo.
También se relaciona con un momento de escasez o falta de algo necesitado.

Todos pasamos a lo largo de nuestra vida por momentos de crisis, por estados no deseados, 

producto normalmente de un cambio, o de la escasez de algo que necesitamos, que creemos nuestro.

Pueden darse en estados agudos, pueden ser pasajeras o puntuales, 
incluso progresivas cuando algo nos afecta en un largo tiempo.
La pérdida de un familiar, el abandono de un ser querido, un divorcio, la pérdida de esperanza, 
la falta de própositos ante la vida, una riña con un ser querido, y un largo etcétera ...
Momentos en el que nos sentimos superados, colapsados, en los que pensamos que todo se acaba, 
que nos hemos quedado sin opciones.
Aparece la desesperación, desaparece el buen humor.
Nos sentimos vulnerables, ansiosos, con miedo, con sentimiento de angustia.

Algo cambia en ti y te para, te detiene. 

Te hace mirar atrás. Te hace sentir el frío del presente. O te genera incertidumbre de futuro.

Pero las crisis son necesarias. Forman parte del paisaje de la vida.
Son la apertura a lo nuevo.
Son el punto de ruptura con lo viejo.
Son el camino hacía una nueva era, un nuevo destino.
Son el aviso de que toca mover ficha.

No debemos huir de las crisis. Debemos reconocerlas, acogerlas, vivirlas, crecer, y aprender de ellas.

La vida es equilibrio. 

Y el equilibro necesita de estos estados de crisis, de ruptura. 
La suma final de todo lo vivido se igualará.
Porque detrás de todo cambio, de toda crisis, siempre aparecerá la esperanza, 

la ciencia, la sabiduría y la consciencia para resolver los abismos creados, 
la serenidad, el coraje, la paciencia, el descubrimiento, ...

Al final de nuestra vida podríamos comprobar que la suma de pérdidas está muy igualada la suma de ganancias.

Cada mal que te llega esconde un bien que lo complementa, con el que se equilibra.
Toda crisis, todo caos, tiene un orden que lo equilibra.

Ya lo dice la segunda ley de la Termodinámica, la ley de la entropía.
Todo tiende al caos y necesita de nueva energía para re-organizarse, para re-crearse. 
Para renacer cada vez que sea necesario.

Una crisis es una experiencia dolorosa, provocadora de duelo.

Y tenemos que saber que los estados de duelo nacen en el pasado, se manifiesta en el presente 
y se comprenden en el futuro.
Vívelo sin culpar a nadie. Tampoco a ti mismo.
Aprende a perdonar, a re-organizar tu vida, a salir fortalecido. 
Practica el optimismo inteligente para encontrar nuevas realidades.
No mezcles dolor con confusión. No es lo mismo. La confusión te ciega, el dolor positivo te pone en marcha.


Así nos lo dejó el Talmud judío:
"Quien sabe de dolor, todo lo sabe”


Ahora bien, vivir el dolor no significa pararte en el sufrimiento.
Si nos resistimos a vivir el dolor necesario es cuando entramos en estado de sufrimiento.
El dolor y la tristeza como impulsor de futuro, de cambio, de esperanza.
Tristeza no usada como queja ni victimismo. Sí como un estado temporal del alma que se arruga.
Tristeza agradecida, recibida con gratitud. Tristeza esperanzadora.
Tristeza como un estado emocional sano, interesante. Para saborearla con calma...
Tristeza viva que aporta creatividad, desahogo, resiliencia, que invita a la reflexión, que ayuda a elegir,

que evita la ira, que proteje, que orienta.
Que ayuda a vivir y sentir las pérdidas, a explorar los sentimientos, a traer futuro al presente. 
Aprender desde la propia vivencia. Salir fortalecido.
La "belleza" de la tristeza no surge de la nada; sino de la comprensión, de la compasión, 
que significa darte el permiso para perdonarte, para amarte, 
de la humildad para vivir los cambios, para admitir y aceptar las pérdidas, 
para admirar y recibir lo nuevo, lo que puede estar por llegar, para evitar el apego a lo viejo, 
a lo que ya no vive en uno mismo, y para prepararse, sin frustración, a no recibir lo deseado.

Debemos aprender a vivir las crisis y todos sus síntomas para 
transformar el sufrimiento en auto-conocimiento, 
para no quedarnos estancados en la lamentación ni en la queja, 
sino para pasar a la acción, buscar nuevas vías, 
ponernos en marcha, superar la pérdida, avanzar.

Elegir quedarnos en el lamento es perder dos veces.
Elegir probar nuevos caminos, nuevas soluciones, es salir fortalecidos.

La vida es un continuo aprendizaje y des-aprendizaje. 
Nacer y morir como dos estados de lo mismo.
Esto es lo verdaderamente bonito de estar vivos. 
Debemos estar agradecidos por ello.


Las crisis son 
una oportunidad 
fantástica de sanación



La persona se mide cuando se descubre ante un obstáculo
decía Saint-Exupery.

Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos no ha crecimiento.

Recuerda:


La crisis de hoy
es la alegría de mañana