Vivimos en busca de la seguridad.
Bajo la percepción mental de tener el control de todo.
Huyendo de lo que nos produce un cierto margen de riesgo.
Es decir,

INCERTIFÓBICAMENTE 


O,  lo que es lo mismo, con pánico a lo que nos es incierto, a lo desconocido, a lo que nos genera dudas.
A no tener seguridad con lo que entendemos como verdadero, a la falta de información,
a lo que ignoramos, a lo que está por llegar, ...

Pero curiosamente en eso consiste la vida, en transitar por lo desconocido, en no saber lo próximo que está por llegar.

Mario Vargas Llosa nos decía:

“ La incertidumbre es una margarita 
cuyos pétalos no terminarás 
nunca de deshojar “

Y así es nuestro paso por esto que llamamos vida: incierto, inseguro, desconocido, arriesgado, ...
No asumir la incertidumbre, vivir bajo el pánico de ella, ser incertifóbico, es perderse la propia vida.

La incertidumbre no gestionada, no normalizada, provoca miedo al cambio, inmovilidad, te conecta con el pasado.
Paraliza la creatividad. Impide encontrar nuevas oportunidades.
La gestión adecuada, con coraje, de la incertidumbre no es seguridad, es valentía.
Lo seguro no es compatible con lo vivo. Es confort, comodidad, falta de exigencia.
Desde la seguridad no se toman decisiones, no se buscan nuevos caminos. Nos paramos.

Un cerebro que no admite lo incierto es un cerebro angustiado, previsor de un futuro negro, ansioso, nada explorador,
que no disfruta con lo nuevo.

Fisiologicamente la no gestión de la incertidumbre, el no tratarla como lo más natural, practicar la incertifobia,
hace que se te acelere el ritmo cardiaco, te pone una cara llamada de pomada, triste,
genera temblor, aumento de la presión arterial, y la activación del sistema endocrino
y del sistema hipotálamo-hipófiso-suprarenal, liberando en nuestra sangre hormonas productoras de estrés,
aumentando el cortisol responsable del exceso de colesterol, y un largo etc...

"Vivimos tiempos de incertidumbre”,
solemos oir estos días en los medios de comunicación, en la prensa de todo tipo,
en las conversaciones de oficina, de un bar, en la iglesia, en el ministerio, ...
Como no puede ser de otra forma, porque, aún siendo inconscientes, siempre fue así.

Eso sí, con una gran diferencia a sólo hace unos años, que ahora nos cuestionamos si vale la pena
la previsión de escenarios futuros, la planificación estratégica más allá de un corto espacio de tiempo,
las muletas que nos ayudaron a caminar en el pasado, o eso creíamos ...
Ahora ya no pensamos que esto sea la solución.
Más bien nos genera más temor, más inseguridad.

¿Cómo nos sentimos cuando descubrimos que tenemos que aprender a vivir el día a día
sin muchas previsiones, sin anticipar un futuro lejano, en un nuevo orden?
¿O en un nuevo caos?
¿O es caos-orden que siempre fue y estuvo disfrazado de opulencia, de sobreprotección, de falsa abundancia?

Una propuesta:

Y si más allá de la incertidumbre está  EL AHORA
El momento que estamos viviendo.
Lo único de lo que realmente disponemos.
El presente continuo.

¿Y si quitamos los ojos del pasado?
De lo que fue y ya no es.
Y nos centramos en vivir cada momento. En sacar adelante lo que ahora nos toca.
En virar hacia el cuidado de lo que ahora somos, tenemos, queremos, ...
En sentirnos plenos con lo que disponemos.

Numerosos estudios científicos, como el  de Taylor, demuestran que precisamente cuando vivimos
presentes, es decir en el aquí y ahora continuo, también se produce un cambio fisiológico.
Pero en este caso es muy positivo para nuestro organismo; aumenta la oxitocina, hormona del amor,
aumenta la vasopresina y todas las endorfinas en general, opioides naturales endógenos que nos cuidan amorosamente.

Frente a la fobia, producida por lo incierto, por qué no elegir la

PRESENTOFILIA


Vivir el presente y sacarle el máximo partido. Disfrutarlo con intensidad.
Cuidar lo que nos es próximo. Lo que está en nuestro hoy.

Una antigua historia cuenta que en los días de los Upanishads había un gran rey, Yayati. 
Le llegó la hora de la muerte. Tenía cien años. 
Cuando la muerte llegó, empezó a sollozar y a llorar y a gemir. 

La muerte le dijo:
"Esto no encaja contigo. Un gran emperador, un hombre valeroso, 
¿qué estás haciendo? ¿Por qué lloras y gimes como un niño? 
¿Por qué tiemblas como una hoja al viento? ¿Qué te ha sucedido?” 

Yayati contestó: 
"Tú has llegado y yo aún no he sido capaz de vivir. 
Por favor dame un poco más de tiempo para que pueda vivir. 
He hecho muchas cosas, he luchado en muchas gue­rras, he acumulado mucha riqueza, 
he construido un gran imperio, he incrementado en mucho la fortuna de mi padre, 
pero no he vivido. 
En realidad no me quedó tiempo para vivir”.

Que triste es vivir sin haber vivido.

El momento presente es el único en el que todas las cosas suceden.
Vivir el presente nos aleja de la fobia a lo incierto, nos pone en atención con lo que está ocurriendo.
Por ejemplo, si estás caminando concéntrate en tus movimientos, en la cadencia de tus pies,
en la tensión con la que los piernas y pies se apoyan en el suelo, en tu respiración, en tus pensamientos, ...
Vivir el presente es vivir despierto. Nos aleja de vivir en automático.

Ante la incertidumbre sólo tienes una opción: centra tus energías, tus pensamientos y tus movimientos,
es decir tu vida,
en lo que ahora te está ocurriendo.
Es donde puedes dar tu mejor yo.
No tienes otro espacio ni tiempo de poder personal tan completo.
Y además desde el aquí y ahora, en el presente,  es desde el único “lugar” 
donde puedes empezar a construir lo que todavía está por ocurrir.
El futuro lo creas en el hoy.
Lo decides en el presente.
Lo empiezas a fabricar desde el aquí.

Deepak Chopra nos recuerda que sólo desde la incertidumbre se puede encontrar el espacio
de libertad necesario para crear lo que deseamos.
Así es, lo incierto está sin decidir.
Cuando entres en estado de incertidumbre, párate y date permiso para que todo se centre
en lo que te vaya ocurriendo en tu presente continuo.

Tu único mundo real está aquí, no dejes de verlo, de vivirlo.
Condicionar el presente con el pasado o con el cuestionamiento del futuro es no empezar,
es no llegar por no salir, es vivir con temor, es no saborear lo que ahora tienes ni siquiera lo que te espera por llegar.

No deposites tu bienestar de hoy en el futuro. No llegará.
El futuro hoy no es más que una proyección mental.

Probablemente el autor más conocido por sus recomendaciones sobre la vida en el

aquí y y ahora 

sea Eckhart Tolle.

Tolle nos recomienda, entre otras ideas, un ejercicio sencillo para hacer a lo largo de diferentes
momentos de nuestro día, desde el despertar.
Consistiría en respirar profundamente y decirte repetitivamente y sin prisa: "ESTOY RESPIRANDO”.
Intentando relajar el cuerpo, dejando ir la tensión de tus músculos, entrando en calma.
Repetirlo tres minutos seguidos, ¡son sólo tres minutos!, y te beneficiará enormemente,
conectaras con el ahora, con el momento.

Contra la  incertifobia  puedes tratar de vivir sabiendo que

sólo existe 
un instante en tu vida,
y que quieres formar 
parte de él:
EL PRESENTE