Foto desde la ventana del avión, camino de Barcelona, 
28 de Julio del 2013


Prefiero ser feliz
que tener razón



Nos gusta decir, en algunas ocasiones, que dos personas son “idénticamente  iguales”. 
Utilizamos el adjetivo “idénticamente”.
Sin embargo, todos  sabemos muy bien que no podremos jamás encontrar a dos personas idénticamente iguales.

Las personas somos  “ idénticamente diferentes 

Esto lo escribo a 900 Km / hora y a 32.000 pies de altura, volando a Barcelona,  
en un avión que ha salido con dos horas de retraso del aeropuerto de Alicante.
Después de haber observado en el aeropuerto los diferentes comportamientos de las personas 
que viajamos en este avión, con todo tipo de reacciones debidas al retraso del aparato que nos tenía que llevar.

Sólo viendo estas diferentes reacciones se podría afirmar que "NO",  las personas no somos iguales.

¿Qué es lo que más nos separa a unas personas de otras?

No es tener un rostro diferente, o una altura diferente, o una complexión más fuerte o menos atlética.
Esto es sólo una cuestión de proteínas.
Tampoco es saber o no tocar el piano, jugar al tenis o pilotar un avión.
La verdadera diferencia que nos separa a unas personas de otras está  en el cómo 
nos enfrentamos a cada hecho que nos va ocurriendo a lo largo de nuestra vida.
Tanto en lo más cotidiano, como en lo más excepcional.

Quizás esto sea también uno de los determinantes más importantes para medir 
el “grado” de felicidad de cada uno de nosotros.
Nos sentimos más o menos felices ante todo lo que nos va ocurriendo cada día
dependiendo de cómo lo vivimos, de cómo lo interpretamos, 
de cómo ponemos nuestra disposición mental al servicio de los diferentes hechos o vivencias.

Este es el verdadero factor variable intrapersonal, que no sólo cambia de persona en persona, 
sino también en una misma persona dependiendo del momento en el que se encuentre.

Se trata de la visión momentánea que una persona tiene ante el análisis retrospectivo de algo que le ha pasado ya,  
que le está ocurriendo en ese momento o que le espera en el futuro.

Pero claro, como es sabido, está basada en la interpretación que en ese momento se está haciendo 
de la realidad que le acontece.
Por lo tanto, la buena noticia, es que puede modificarla simplemente cambiando su propia  interpretación de dicha vivencia.

Aún a riesgo de ser demasiado simplista, creo que lo que realmente nos diferencia a las personas, 
se puede reducir a tres elementos fundamentales, todos de origen interpretativo:

1.- Tener o no una disposición mental  esperanzada ante las dificultades que suceden.
2.- La decisión de aprender de todo. 
Tanto de lo que nos produce gozo, de lo bueno, como de lo que nos genera malestar, nos enturbia, 
o nos produce vértigo.
3.- La capacidad personal para cambiar la perspectiva de las cosas, de los hechos, de las vivencias, 
es decir, el darnos el permiso o no para cambiar de punto de vista.

Destacamos entre estos puntos, ya que está contenido en estos tres fundamentos anteriores, 
los siguientes elementos:

a) El cómo sentimos apego ante ciertas estructuras, cosas, personas, …
b) La rigidez con la que vivimos para cambiar o no antes los conceptos aprendidos y convertidos en prejuicios.
c) El desprecio a las ideas ajenas.
d) La intolerancia con lo diferente.

Opino, no sé sin con razón, que nos sentimos más felices cuando aprendemos a no querer tener siempre razón.
Y creo que eso nos da la fuerza necesaria para tomarnos las cosas con mayor amplitud de miras.
Con más paciencia. Con más interés. Aprendiendo de todo. Innovando. Estando dispuesto a cambiar.

Somos diferentes por la forma como nos relacionarnos con el mundo que nos rodea.
Dicho más cuánticamente por la capacidad de crear diferentes realidades.

Así que, volando desde esta "altura",  y al observar la la realidad rodeada de nubes, 
me atrevo a decir que aprendamos a cuestionarnos la realidad que observamos para entender los 
otros puntos de vista, a cambiar si es necesario nuestra interpretación de los hechos,
a no sufrir por la impaciencia, 
a sentir a los demás con ternura, con amor, con compasión, 
a confiar, a relajarnos, a permitirnos sentir placer en la escucha, a explorar, a revisar nuestros paradigmas,  
a pasar de lo competitivo a lo solidario cooperativo.

Colaborar, entender, aprender, poner atención, ... 
Estos son los verbos que hay que poner de moda.

Así se abrirán...

NUEVAS 
POSIBILIDADES 
PARA TODOS