Los besos que quedarán para siempre


Para cocinar un beso hace falta una cocina alegre, 
que huela a limpio,
....
y fuego lento para que gane en sabor y aroma.

David Aceituno y Roger Olmos


Los besos, ... ¡ay los besos!
¿Adonde irán los besos que no has dado?, dice una canción...
El beso, arma secreta que se carga del aire comprimido del amor.
El beso que posee un efecto medicinal.
Besos cuyo componente es un principio activo excitante, estimulador de las hormonas del bienestar.
Besos como fuente de salud.
Besos que se recetan para la ansiedad, el pánico, contra el temor, la agitación nerviosa, y para el exceso de soledad.
Buenísimos para los corazones amenazados, o para los apagados, o para los trastornados.

El beso más ruidoso de la historia ocurrió en un cine.
Los espectadores veían una película danesa, versión muda y con subtítulos.
Dos amantes, situados en la última fila, se besaron y el beso llegó a 96 decibelios de volumen.
Algunos espectadores les denunciaron ante el juez por dolor de tímpano.
Aunque otros consideraron que el beso fue mucho más emocionante que la película.

Y el beso más largo de la historia, hallado en los archivos de la biblioteca general de Paris data del año 1888
Duró diez meses y doce días. Aseguran que el café se les enfrió.
Nos les importaba aparecer en Le Petit Journal cada día.
Ellos seguían con lo suyo...

Hay besos que saben dulces.  Azucarados. Son besos agradecidos.
Y otros saben a sal, te llegan en verano.
Los hay de ph neutro. Y otros son alcalinos. Los hay ácidos.
Algunos son cálidos, de agradecer en invierno.
Unos son finos, otros carnosos,
Los hay que tienen forma de cremallera, otros de mariposa, o de corazón, o de luna menguante, ...

Los besos se dan. Los besos se piden.
Hay diferentes maneras de pedir un beso.
Laura Von Schultzendorff, catedrática en teoría del beso, nos dice que ha encontrado hasta
618.239 maneras de pedir un beso. Y nos dice que la más frecuente es bajo susurro y a oscuras.
Están los que se piden dejando que su corazón les lleve. Y los que para pedir un beso preparan una estrategia.

Hay besos peligrosos, vanidosos, extravagantes, intensos, cursis, caprichosos, apasionados,
ardientes, sorprendentes, ocultos, anónimos, cariñosos, tímidos, venenosos, nostálgicos, delicados,
inagotables, fanfarrones, engañosos, hipócritas, malditos, eternos, únicos, efervescentes, volcánicos,
apagados, pomposos, repetidos, mutantes, empalagosos, tiernos, curiosos, invisibles, secretos,
de ciencia ficción, contradictorios, díscolos, platónicos, telefónicos, energéticos, ...

Se dan debajo del agua, al amanecer, en la oscuridad de la noche, en un columpio, al cumplir años,
el día del encuentro, al partir, al llegar, en el coche, en el ascensor, ocultos, públicos, en la cocina, en el baño, ...

En el tercer volumen de la Anatomía de un beso, el doctor Morgan Kovlaski,
nos habla de la triple forma de dar un beso:
El beso Osculum, una mera muestra de cortesía que se da en la mejilla.
El beso Basium que añade afecto y se da en los labios aunque caracterizado por la falta de apasionamiento.
No es amoroso, es amistoso.
Y el beso Suavium, lleno de pasión. Beso enamorado.

El acto de besar provoca en nuestro organismo un gran cóctel químico.
Se genera dopamina intracraneal. Se liberan estrógenos y tetosterona.
Aumenta la concentración de oxitocina. Y se detecta un exceso de serotonina en sangre.
Se dilatan las pupilas. La respiración se vuelve profunda. El corazón se emociona.
La piel se torna de gallina.
El escalofrío del inicio se convierte en suspiro. Y el suspiro en rubor.
El temblor aparece en las rodillas.
El hormigueo invade la zona del estómago.
Se acelera el corazón.
Aparece el deseo.

Un haiku conocido nos dice:

Bebe del labio
el beso que te ofrece
como agua fresca

¡Bébelo!
No lo dejes escapar.
¡Búscalos!
No los dejes escapar.

Los besos también huyen. A veces no quieren ser dados, ni recibidos.
Huyen de los gritos. De las caras de angustia.
De los alientos perfumados de malestar. Del cronómetro de la prisa. De la impaciencia.
Huyen de las ordenes que obligan, de la repetición desmesurada sin sentido, de las mentiras.
Huyen de los celos, del gruñido, de la envidia, de la injusticia, del ataque de ira, ...

¿Sabes cómo se llama a la paciencia de los sapos cuando esperan un beso?
Se llama sapiencia.
Muchos besos se necesitan para encontrar un príncipe, dice un dicho popular.
Sapiencia o perseverancia. Oda al esfuerzo repetido.

Los besos a veces son verdaderos. Otras veces son falsos.
Pero, como sus primos los abrazos, unos de otros se distinguen al sentirlos.

Si sientes en la barriguita cosquilleo, como si tuvieras hormiguitas, es que son verdaderos.
Si el corazón te late alegre, es que son verdaderos.
Si acaban con unos labios en forma de sonrisa, es que son verdaderos.
Si te dan ganas de bostezar, es que son falsos.
Si te huelen a podrido, es que son falsos.
Si te descubres cruzando los dedos, es que son falsos.
Si sientes una descarga eléctrica, es que son verdaderos.
Si te cae una lágrima, es que son verdaderos.
Si no te importa que te vean, es que son verdaderos.
Si tienes los ojos abiertos, es que son falsos.
Si sientes indiferencia, es que son falsos.
Si los escribes con “v”, es que son falsos.
Pero si deseas darlos, es que son verdaderos.

No es lo mismo cuando te besan que cuando te besuquean.
Si te besuquean el beso no es beso, es molestia.
Los besuqueos suelen ser familiares. Pierden el amor y añaden el pellizco de mejilla.
Y acaban con una pregunta: "¿Me quieres?
O suelen ser termómetro. Se dan en la frente. No inspiran. No transmiten.

Suelen gustar los besos prohibidos. Son excitantes.
Se persiguen. Se sueñan. Se viaja con ellos en la mente. Se imaginan. Se fantasea.
Se desean los besos que no se han probado. Los robados. Los que no se han dado.

Los besos también se lanzan. Como quien regala un guiño. Como quien arroja una piedra.
Necesitan de puntería. De acierto.
Salen de los labios en busca de un destino.
Estos besos con frecuencia mueren en el aire. Dicen adiós.
Son besos que sólo consiguen llegar a la diana objetivo cuando salen del corazón.
Algunos de ellos son empujados al aire desde los labios con la palma de la mano.
Viajan en el viento. Suspendidos en el aire. Moléculas del corazón.

Los besos son el festejo de la alegría.
Son el triunfo del amor.
La celebración de la vida.
La llave para salir de la tristeza.
El antídoto de la rabia.
El pegamento del deseo.

Hay besos escondidos por todas partes: en fotografías del pasado, en sueños de futuro, en deseos ocultos.
en libros viejos, en papeles de carta, en el mundo virtual, ...
Hay besos que se olvidan.
Hay besos que rebotan y como un boomerang vuelven a uno mismo.


Un beso puede cambiar un estado de ánimo.
Son aconsejables en días grises porque limpian las nubes
y en días soleados porque atraen la luz a uno mismo.
Los besos despejan la nariz y la mente.
Y si no te convierten en un príncipe o princesa al menos te harán sentirte mejor como sapo o como rana.

¿Cómo podría ser una historia de amor sin besos?
No sería.

Suspiro, cierro los ojos y me dejo llevar...

¡MUAC!