De Masarriui, (Blog Ambientólologos)


Empezar este post con un poema del mejicano Octavio Paz titulado
"Decir, hacer
es la mejor forma de resumir lo que quiero compartir.



Entre lo que veo y digo,
entre lo que digo y callo,
entre lo que callo y sueño,
entre lo que sueño y olvido
la poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es el decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos
y los desteje.
La poesía
siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan
las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos,
tocar
el cuerpo
de la idea.
Los ojos
se cierran,
las palabras se abren.


Como el poema nos desvela, hacer algo es la mejor manera de decir cualquier cosa.
Si quieres ser algo, 

¡ HAZLO !


Estamos rodeados de personas que sólo dicen, pero no hacen lo que dicen.
Predicadores de la intención. 
Ideadores ineficientes. Nada hacedores
Soñadores que por no hacer no hacen nada ni por despertar e intentar que sus sueños se cumplan.
Muchos de ellos se hacen famosos con sus “dichos”. 
Otros, incluso a veces los mismos, hasta viven de ello, pero jamás se les conoció por aquello 
que han hecho. Por su obra.
Se hacen llamar empresarios sin haber creado una empresa en su vida; eso sí, la viven en el sueño.
Se califican así mismo de emprendedores sin haber emprendido nunca nada; el miedo les ha ganado la batalla.
O ponen en su tarjeta de visita que son coach, porque pasaron un fin de semana en la sierra, 
o un mes de verano, realizando un curso intensivo de coaching aunque nunca trabajaron en ello.
O dicen ser profesores porque tienen unas horas asignadas como tal en un master de esa escuela de negocios.
Se califican de conferenciantes, escritores, optimistas, vividores, ... 
pero lo que escriben o cuentan no lo hacen jamás en su vida.
Saben, o al menos dicen y creen saber, pero no aplican.

¡Mamarachos de la palabra!
Ilusionistas baratos. 
Intrusos de pacotilla.

Saber y no hacer no es saber.
Decir y no hacer no es enseñar.
Enseñar y no hacer, no es de verdad aprender.

"Somos lo que hacemos", decía Aristóteles ya hace veinticuatro siglos.

Razón tenía el sabio maestro.
Lo que nos define no es lo que decimos, sino lo que hacemos.
La voluntad, la determinación activada para que las cosas pasen, 
no está relacionada con el decir, sino con el hacer.

Las palabras son necesarias. 
Marcan un curso. Orientan. Nos indican el camino. Nos abren futuro. Nos ayudan a entender los sueños.
Nuestra mente se hace de palabras. 
Pero ahí quedan, son sólo palabras, intenciones, deseos.

Las palabras son el principio.

El 
HACER 
es lo que las hace 
SER

Doble creación: la intención y la acción.
La palabras viven en la intención. 
La acción las mueve, las pone en marcha, las activa.
Ejecutar es el verdadero motor de los hechos.
Las cosas pasan porque se hacen. O incluso tan sólo porque se intentan.
Intentar ya es hacer. Es empezar. Es equivocarnos. 
Sin embargo, hablar, y sólo hablar, no es hacer. No te da el derecho ni el permiso a ser.

Vengo de viaje, de vivir una experiencia formativa diferente.
De una ciudad ruidosa, quizás la más ruidosa del mundo. 
De la ciudad multicultural por excelencia. Diversidad en estado puro.
Donde riqueza y pobreza cohabitan.
Donde lo chabacano se mezcla con el arte. Cosmopolita, probablemente, como ninguna otra.

Y donde el saber se transforma en el hacer para desde ahí enseñar.
De vivir junto a enseñantes que enseñan bajo el lema del “learning by doing”.
Enseñan con su pincel. Con sus folios en blanco. Con una pizarra. 
Construyendo un collage. Dibujando o esculpiendo con sus manos.
Hablan de creatividad desde la propia creatividad. 
Convierten su hacer cotidiano en un motor para enseñar a otros.
Han olvidado el powerpoint y la falsa retorica.

La mezcla para ellos es lo normal. 
Combinan en un mismo coctel ideas, artes, ciencia, literatura, cocina, ...,
para desde la mezcla enseñar haciendo.
Juntan en un misma técnica matemáticas con pintura y desde ahí son capaces 
de reflejar una forma inteligente de ver la realidad, la vida, 
o de enseñarte como mejorar la cuenta de resultados de una startup.

Enseñan lo que hacen. Enseñan porque hacen.
No necesitan bonitas fotos bajadas de google para hacernos comprender una idea, 
ni para que la pongamos en practica.

Me he traído de este viaje, además de grandes aprendizajes, algunas de sus tarjetas de visita.
En ellas veo sus nombres y poco más... Una web quizás, o su correo electrónico.
En ninguna dice sin son coach, escritores, pintores, conferenciantes, profesores, ...
Porque ell@s no lo necesitan. Enseñan, escriben libros, pintan, ...

Si algo quieres ser, haz para serlo.
Recuerda que el mejor autógrafo tuyo es el que deja la obra que 

HAS HECHO