Cuenta así una fábula de Esopo:


Lanzándose desde una cima, un Águila, arrebató un corderito a un pastor. 
Un Cuervo, viendo tal osadía, trató de imitarla
y se lanzó sobre un carnero.

Pero tenía tan poco conocimiento en el arte de vuelo de las águilas , 
que sus pseudo-garras se enredaron en la lana del carnero, 
y tras muchos intentos de elevarse, 
no logró despegar jamás,
ni mucho menos hacerse con la presa.

El pastor llamó a sus hijos y les pidió que aprendieran de lo que allí sucedía.

Los niños preguntaron: 
¿qué clase de ave es este pájaro negro?

Y el pastor les respondió:

“Sólo es un cuervo;
pero sufre mucho,
porque él cree que es un águila".



¿Eres águila o cuervo?
Quizás águila para algunas cosas, cuervo para otras...
No es menos el cuervo que el águila.
El cuervo tiene sus “talentos". Diferentes a los del águila.
Los pierde cuando quiere ser águila.
Los pierde cuando todavía no está preparado para hacer lo que el águila sabe hacer.

El águila vuela sola.
El cuervo en bandadas.
El águila captura sus piezas.
El cuervo vive de la carroña.
El águila tiene preparado su plumaje para confundirse con el terreno.
El cuervo negro se distingue entre todo lo demás.
El águila vuela a velocidad de setenta km por hora.
El cuervo es lento en su vuelo.
El águila vuela a alturas de mil metros, y desde ahí divisan sus presas.
El cuervo vive cerca del suelo y usa gafas de cerca.

Que importante es poner nuestro esfuerzo, ilusión y preparación para lo que estamos preparados.
Y poner también nuestro esfuerzo e ilusión en prepararnos bien para lo que queremos llegar a ser.
Prepararnos para ser águilas aunque hoy seamos cuervos. Trabajar duro para ello.
Ser águila sólo cuando ya nos sentimos preparados con la fuerza y los talentos del águila.
Y vivir felices como cuervos cuando todavía somos cuervos, sacando el mejor de los partidos a nuestro talento de cuervo.

Ser hoy lo que hoy somos.
Asumir lo que podemos ser. Lo que podemos hacer y lo que no.
Aprender, esforzarnos, prepararnos para ser diferentes de lo que hoy somos es crecer,
es permitirnos cambiar, es saltar de nuestro vivir como cuervo y convertirnos en águila.
¡Es posible!

Pero primero requiere de un verdadero auto-concimiento.
De saber hoy qué soy.
De hacer un plan. De accionarlo, de llevarlo a cabo.
De paciencia. De experiencia. De tiempo de dedicación. De esfuerzo mantenido.
De equivocos, de errores en el camino, de aprendizajes, de caídas, ...
De práctica.
De saber esperar la recompensa, sin prisa.

Cada día me encuentro en mi trabajo, y en otras disciplinas, cuervos que juegan a ser águilas.
Cuervos no preparados, orgullosos tan sólo por disponer de un título sacado en cursos de fin de semana.
Profesionales que se dedican a “dar consejos” que nunca ellos probaron ni vivieron.
Cuervos que se entrometen en el trabajo de águilas, haciendo daño al cordero,
pero sin saber cómo ayudarle a levantarse del suelo.

Que momento de celebración cuando nos dedicamos a “predicar” lo que somos, lo que de verdad hacemos.
Cuando huimos de intentar ser lo que no hacemos.
Cuando no tenemos un escaparate de vida y somos otra cosa diferente.
Cuando enseñamos lo que verdaderamente sabemos, no lo que hemos leído.
Cuando nos dedicamos a ser y hacer lo que de verdad sabemos,
para lo que tenemos preparación, habilidades, actitudes, conocimientos, ...

Que inteligencia cuando
nos mostramos ante los demás con nuestra verdad.

La gallina come gusanos de la tierra y cereales, por eso es gallina.
Y el buitre como carroña y le encanta ser buitre.
El buitre no podría ser gallina, moriría en poco tiempo si sólo como gusanos.
Y a la gallina le da asco la carroña.

Y lo mejor, a las águilas les molestan los cuervos que viven alrededor de ellas;
pero aún así, las águilas sabias nunca pelean con ellos.
Les permite estar ahí. Sabe que comerán lo que ellas dejen.

Aprendamos de estas águilas sabias:
los cuervos intentarán molestarnos cada día, pero nosotros ni caso.
No entraremos en esa pelea.

Nosotros volaremos más alto.
Visionaremos el futuro desde más lejos.
Soñaremos más rápido.
Actuaremos con más fuerza.
Y viviremos a más velocidad.

Y ellos, que sigan siendo

C U E R V O S