Cuando éramos niños soñábamos con tener una bicicleta.
Sería nuestro primer vehículo. La forma más rápida de desplazarnos entre lugares.
Conduciéndolas nos sentíamos mayores, motorizados.

La bicicleta es uno de los medios de transporte más antiguos que existen.
Ya vemos pinturas de dos ruedas unidas por un “palo” en la más antigua China
y también en las civilizaciones toltecas y egipcias.
En 1490 Leonardo Da Vinci la re-diseñó y le llamó “Codex Atlanticus”.
Nunca sabremos por qué le dio este nombre.
El primero que le puso pedales fue el barón Karl Drais, en 1816.
Inventor que le dio su nombre en sus primeras épocas; a la bici entonces se le llamaba draisia.
En 1887, el aventurero Thomas Stevens, fue el primero que dio la vuelta al mundo en bicicleta.
Salió de San francisco y tardó tres años en conseguir su reto.
Hoy día, si visitáis San Francisco, veréis como de arraigadas están las bicis en esta ciudad.
Al igual que en Amsterdam, Tokio o Barcelona, entre otras ciudades.
La encontraréis de todos los colores, de todos los tamaños, formas, customizadas, clásicas, plegables, antiguas, ...

Me llegan recuerdos de mi papá, a finales de los años 60, montando en una de esas bicis antiguas,
negras,
con un sillín en la barra en el que me transportaba a mi y con un asiento acolchado de tapiz atrás
donde viajaba mi madre.
Viajes que siempre eran dentro del pueblo en el que vivíamos, como no podía ser de otra forma.
De mi casa a casa de mi abuela. O de allí a la plaza.

Existen de piñón fijo.
Cuando no se puede dejar de pedalear porque sino el propio piñón hace de freno.
Las para, las detiene, las paraliza.
Y las de piñón libre, móvil, las más comunes.
Las que hacen que puedas dejar de pedalear mientras bajas una cuesta, en el momento del descanso,
las que te dan un tiempo para ti, para recuperarte, para coger fuerzas de nuevo
y así continuar la marcha, el pedaleo.
Dos sistemas que definen la forma de moverse las bicicletas.

Dos sistemas que nos recuerdan nuestro propio paso por la vida.

A veces vivimos la vida a piñón fijo, y nos frenamos rápidamente por el mero hecho de dejar de pedalear.
Otras, en cambio, podemos permitirnos dejar los pedales a su libre albedrío.
Son de piñón libre.
Nos permiten descansar en cuestas abajo, mientras ella nos lleva en la dirección que le hemos marcado.
Es posible así abandonar por un momento el esfuerzo.
Aún sabiendo que será sólo por un instante porque sino terminaríamos cayendo.

También hay un tipo de bicis que son estáticas.
No se mueven.
No se desplazan.
Mírales la cara: están tristes.
Normalmente son de  interior. Viven en una realidad contrariada.
Fueron creadas para dar servicio y sólo eso, sin pensar en ellas mismas.
Les es tan difícil mantener la motivación. Son esclavas del espacio en el que se colocaron.

Muchas personas también viven como bicis estáticas.
Aparcados para siempre.
Sin movimiento. Sin desplazarse.
Con mucho esfuerzo para satisfacer a otros, pero sin cuidarse así mismos.

Hoy hablo de la bici, no por hacer un homenaje a este clásico transporte, ... que también,
sino porque es una fantástica metáfora para entender  de qué va esto de la vida.
La bici nos refiere grandes enseñanzas.
Sólo hay que mirarla con atención.
Aprender de su mecanismo.
De sus elementos tan básicos.

Algunos de los aprendizajes, en mi opinión interesantes metáforas,
del hecho de montar en bici son:


TÚ ERES EL MOTOR

Claro...
No puedes dejar de pedalear porque todo el sistema se detiene y puedes caer,
salvo cuando vas cuesta abajo. Cuando el propio rodamiento genera la fuerza de movimiento a tu servicio.
Por cierto, porque antes te has ganado con tu esfuerzo la cima, el punto alto desde el que deslizarse.
Desde el que poder ahora permitirte dejar por un rato el pedaleo. Disfrutar de lo conseguido.
Tú mueves la bicicleta. Tú mueves tu vida.

Cuando estás cansado, a veces, la mueves con mayor dificultad.
Otras veces, no.
Si ha sido un día agotador, no sabes cómo pero sacas fuerza para ella
y eso, a su vez, te genera una nueva carga en tu batería personal.
Es como si te retro-alimentaras al conducirla, al pedalear, al desplazarte.

La energía que la mueve nace de tu propio entusiasmo.
Es regulable. Con más o menos fuerza e intensidad.
Puedes decidir viajar, (=vivirlo), en modo paseo o en modo carrera.


NO TIENE EDADES
NO TIENE PROFESIONES
NO TIENE ...

Da igual la edad que tengas, hay un modelo para ti.
Da igual que seas un niño pequeño o un anciano, una persona madura o un jovencito.
Un ejecutivo o un personaje público. Una persona dedicada a la enseñanza o a las ventas.
Un político o un periodista.
...

Puedes conducirla cada día. O sólo cuando sea el momento apropiado, cuando decidas.
Como la propia vida. Tu eliges cuando llevas el timón y cuando no.
La bicicleta no se pilota, se conduce.
Como la vida, se conduce.
No necesita de la tecnología, aunque se puede ayudar de ella.
Como en la vida, la tecnología o la experiencia, te ayudan, pero no te garantizan el éxito.


SE MONTAN

Las bicis se montan.
Puedes observar una bicicleta, pero seguro que lo pasarás mejor montándola.
Se disfruta viajando en ella, desplazándote. Yendo y viniendo. Cayendo.
La vida también se monta. Se vive. Lo importante es vivirla, no observarla.
Caer, ir y venir, de eso se trata...


ES SILENCIOSA

No hace ruido, más allá de que le falte un poco de aceite en su cadena.
Aprendamos de las bicis a no hacer ruido. O tan sólo a poner un poco de aceite cuando en nuestra cadena nos haga falta. Engrasarnos si es necesario para seguir funcionando de maravilla, sin ruido.

A lo largo de su evolución su motor no ha necesitado hacer más ruido.
No ha necesitado generar explosiones. Ni emitir gases. Ni ser tóxico.

La bicicleta ha entendido bien que progreso y velocidad no son una misma cosa.
Que se puede progresar sin necesidad de ir más deprisa.
Que a veces corremos más deprisa para estar en el mismo sitio.
O que, con frecuencia, vamos a toda velocidad, pero sin saber muy bien a dónde vamos.

El silencio hace además que sea un motor que requiere de esfuerzo pero que en muchas ocasiones
se comporta sin esforzarse.


EL MANILLAR

Artilugio importantísimo. Nos marca la dirección.
Nos ayuda a elegir el camino, la ruta. A priorizar.
Con frecuencia en él se encuentran el “timbre” , el “farol” y los “frenos".

El timbre nos da la fuerza para decir “NO”, para avisar que se nos quiten de en medio, para no atropellar,
para poder viajar más seguro.

El farol nos ilumina el camino en momentos de oscuridad.
Se alimenta de la dinamo que, a su vez, genera la energía necesaria de nuestro propio pedaleo.

El freno nos permite parar, descansar, poner los pies en el suelo.
Y nos ayuda a no chocar, a detener la velocidad para cambiar de dirección.
O a reducir la velocidad cuando se aprecia peligro porque la bajada tiene mucha inclinación,
o porque hemos perdido parte del control.


EL SILLÍN

Todas llevan un sillín.
El lugar en el que descansar nuestro cuerpo cuando estamos parados, con los pies sobre el suelo.
Y el mismo punto donde apoyarnos para hacer el esfuerzo.
Viajar la vida sabiendo que el descanso es necesario, y que desde ese lugar de descanso
será desde donde podamos apoyarnos para realizar nuestro próximo esfuerzo,
para alcanzar la nueva meta.




Cuanto podemos aprender de una bicicleta.
Que placer mental y físico al mismo tiempo.
Que sencillo.
Cuantos aprendizajes desde el valor de lo más simple.

Al montar en bici, si nos gusta, si lo hacemos con placer, además...

F L U I M O S

Quiero decir que en ese instante somos capaces de perder el concepto del tiempo.
El tiempo pasa sin darnos cuenta.
Vivimos el momento en un auténtico aqui y ahora. En presente.
La mente se para.
Nos sentimos poseídos por un alto grado de concentración activa.
Nuestro pensamiento se concentra en lo que tiene que hacer y descarta el resto de ideas.
Es la integración consciente e inconsciente de la vida, al unísono.
Es momento de integración del cuerpo y la mente.
Momento en el que el ego no está presente, en el que desaparecen los problemas o se les encuentra soluciones,
sin saber muchas veces ni de donde vienen las ideas, en fase de incubación inconsciente.
Es disfrutar de vivir conscientemente en piloto automático.

Ya sabes, ...

No 
dejes de 
pedalear