“Deja
de moverte
y
quédate quieto
que
la tranquilidad te moverá”
(Poema Zen)
Se acaba la
semana de pasión.
Todos hoy, al
tercer día, después de muertos podemos
haber resucitado.
Tres palabras
que han vivido en estos días muy juntas:
PASIÓN
MUERTE
RESURRECCIÓN
Tres palabras
que deberían vivir juntas cada día del año.
Forman parte
esencial de la Filosofía
Perenne
tan bien
descrita por Aldoux Huxley
y explicada de
forma poética por el maestro José Luis Sampedro
en su libro
póstumo La vida Perenne
Amar con PASIÓN
lo que eres, lo que haces, lo que sientes.
Pasión para
mantenerte vivo. Para conectar con tu centro productor de energía.
Dejarte MORIR un
poco cada día para poder acabar con lo viejo,
para desprenderte
de lo tóxico, para finalizar lo acabado,
para desapegarte de lo que te
entristece.
Para dejar ir
las creencias que paralizan, que nos deshabilitan frente a lo deseado.
Y re-nacer,
darte el permiso de la transformación continua.
RESUCITAR a
nuevos momentos, a nuevas experiencias, a nuevas vivencias.
Estar abierto a la vida. A lo que está por llegar. Al nuevo instante.
Como las olas
del mar, que a estas horas en este domingo de resurrección,
contemplo desde
mi ventana.
Vienen y van.
Traen y se llevan.
Aparecen y
desaparecen mezcladas en el azar y el caos de sus elementos.
La PASIÓN, del
latín patior que significa sentir.
Entendido como
un sentimiento de gran fuerza hacia una persona,
una idea, un objeto, un tema,
…
Cuando se siente
pasión se intensifica el entusiasmo por algo.
Son los momentos
en los que la ilusión genera la pulsión vital necesaria
para creer en
los sueños, para despertarlos, para perseguirlos.
También se usa
el término pasión para referirnos a algo o alguien a quien admiramos.
Y para
referirnos a estados sublimes de gozo.
La pasión tan
necesaria y tan insuficiente, al unísono.
Necesaria como
energía. Como catalizador básico de una acción deseada.
Si la pasión no
está, no se es.
Pasión como
elemento esencial del talento.
De la verdadera
sabiduría.
Insuficiente
porque se trata sólo de uno de los elementos necesarios
que a las
personas nos predisponen a hacer que las “cosas” ocurran.
Pasión que debe ser acompañada del conocimiento y de la acción.
En estos días de
Semana Santa, entendemos también la pasión como
los momentos de
sufrimiento que Cristo pasó en sus últimos días hasta su muerte.
Y es que la
pasión, con frecuencia, suele traer sufrimiento.
En algunas
ocasiones, por esfuerzo desmedido.
En otras porque
debes desprenderte de algo para seguir en otro camino.
Porque suele
requerir compromiso.
Y comprometerse
es, entre otras cosas, estar dispuesto a renunciar a algo.
Lo bueno es que
generalmente, si la pasión es verdadera,
es una “renuncia” que no duele.
Y MORIR,
… morir que es
acabar con algo. Finalizar un periodo.
Morir que es
cambiar. Darse una nueva oportunidad.
El río que muere
en el mar para seguir siendo agua viva.
Cambia su
entorno. Cambia su potencial. Cambia su fuerza.
Morir, un verbo
que viaja próximo al deseo.
Me muero por viajar por todo el mundo
Me muero por un beso suyo.
Me muero por un vaso de vino frío
Me muero por …
La muerte es la
extinción de un proceso.
No sólo los
seres vivos mueren.
Todo muere. Todo
se acaba.
La muerte como
fin de un tiempo.
Fue y se fue.
Muerte que puede
ser súbita, cuando algo ya no interesa de forma inmediata.
O sólo cerebral,
cuando todo sigue igual de vivo, pero no se comprende ya.
Esta es una
muerte previa a la muerte total.
O muerte como
contraste, entendida como necesaria para volver a nacer.
Es la muerte que
vive en el polo opuesto al nacimiento,
la que se necesita
para que algo nuevo surja.
La que hace que
al morir el invierno, llegue la
primavera. Época de nuevo florida.
Y al tercer día
resucitó.
RE-SUCITAR,
surgir de nuevo.
Re-nacer, volver
a nacer. Estar muy vivo de nuevo.
Re-aparecer.
Re-novarse.
Re-aprender.
Re-inventarse
Re-lanzarse.
Re-VIVIR
Resucitar como
necesidad para RE-VIVIR varias veces en una sola vida.
Resucitar para
poder de verdad llegar a ser lo que se es.
Para perseguirlo
con pasión, con talento y muriendo las veces que sea necesario.
Y resucitar
también para saber aceptar lo imprevisible
Y, aún así,
poder renovarse.
RESUCITAR para
poder vivir desde el SÍ afirmativo.
RESUCITAR para
poder vivir de una forma más digna.
Con propósito.
Con sentido.
No podremos
evitar la agonía, la enfermedad, ni el sufrimiento, ni la maldad,
tampoco la
riqueza que nos llega sin ser esperada, la alegría instantánea,
el súbito goce, ni
tantas cosas buenas o malas que se acerquen a visitarnos.
Como no podremos
evitar las decisiones a tomar en momentos “decisivos”,
(no podrían
llamarse de otra forma…).
Pero sí podemos
afrontar todo lo inesperado
dejándole su espacio, su paso, el hueco en nuestra vida.
Como Sampedro
diría “convirtiéndolo en nuestra
biografía”.
Como si naciese
de nosotros lo que nos ha sobrevenido sin ser esperado.
Aceptándolo.
Diciéndonos qué
SÍ con ello podemos hacer, aprender, vivir, …
RESUCITANDO !!!
…porque
en esto consiste vivir.
En saber, que lo que no muere no puede re-nacer.
Vivir una vida perenne,
celebrada, agradecida por todo lo que significa estar vivo,
aún sabiendo que
algunas “hojas” se pierden.
Se van. Se caen. Nos
dicen adiós.
Vivir
aprendiendo de todo. De cada luz. De cada mirada. De cada palabra.
Vivir bajo la
lupa del descubrir continuo. Explorando.
Vivir como las
olas del mar.
Vivir sabiendo
que la vida son instantes. Tiempo. Su uso.
Y siendo
consciente de que en cada instante te puede cambiar la vida.
Vivir con pasión,
para morir muchas veces
y así poder resucitar