APRENDER A VIVIR consiste, quizás, en dejar de pensar en lo que puede pasar
para empezar a disfrutar 
de lo que está pasando

En eso estoy!
A veces lo consigo, a veces no...
Como tod@s.
Esa es mi tarea ahora. Aquí.
Estos son mis deberes para el verano.

Empezaré este post con tres sentencias clave, sin animo de tener razón por el hecho de enunciarlas.
No son dogmas. No son ideas de fe. No son leyes. No forman parte de ningún predicamento.
Los expertos en el llamado "mindfulness", conciencia plena, hablan de ellas. 
A mi me gusta llamarle, siguiendo a los expertos en Rebap, (técnicas de reducción de estrés),

EL CORAZÓN PLENO

Las religiones ya las enunciaron, especialmente los budistas.
Y los que se dedican a meditar las practican con mucha intensidad y frecuencia.
Hoy día, estas ideas que ahora te expondré, son estudiadas en las más prestigiosas 
universidades del mundo.
Científicos como Jon Kabat, doctor de la Universidad de Harvard y
experto clínico del Hospital de Massachusetts, llevan ya muchos años estudiando
estos temas y publicando estudios científicos, con estadística matemática, que intentan explicar
la aportación al bienestar personal. 
Pretenden sólo tener la simplicidad de unas ideas que nacen del sentido común:

1.- ESTAMOS EN LO QUE YA ESTAMOS
y lo demás no existe. Aunque también sea necesario.
Todo en lo que no estamos es sólo resultado de nuestra imaginación.

2.- ALLÁ DONDE ESTÉS, ESTÁ.
Es el único momento. Es la única verdad que existe para ti.
La vida son momentos que se dan allá donde estés.
Sólo estamos aquí, donde ya estamos.

3.- LO QUE ESTÁ OCURRIENDO, ESTÁ OCURRIENDO.
Y nada más eso. 
El resto pertenece a nuestra mente.
La intencionalidad es necesaria. Provoca. Genera cambios.
Pero lo que de verdad existe es lo que está pasando.

No creo que ninguna de estas tres sentencias necesiten de explicación.
Se puede decir que si aprendemos a manejarlas bien estas tres ideas viviremos

DESPIERTOS

"Sólo amanece el día para el que está despierto"
Henri David Thoreau

Así de claro ...

Probablemente, nuestro mayor estado negativo ante las cosas que la vida nos regala, 
quizás lo que más nos genera tristeza, de esa tristeza que es innecesaria, poco creativa,
lo que nos hace tener un sentido de la vida peor, sentirnos en un ensueño poco real, 
tenga que ver con la incapacidad de vivir despiertos.
Vivimos bajo el ensueño de nuestra mente. En el ayer y en el mañana. 
La consciencia plena, el presente,  es el motor que necesitamos para escapar de ello.

Atención plena 
significa prestar atención de una manera deliberada a lo que nos ocurre en cada momento. 

Como si fuéramos actores de nuestra película a la vez que estamos observándonos como espectador. 
Vemos nuestra película escena a escena a la vez que la representamos.
Y eso nos da la posibilidad de ser mucho más libres: 
podemos elegir el guión del personaje que representamos.

El hecho de no poner consciencia del momento presente que estamos viviendo genera
inevitablemente problemas de distrés, el llamado estrés malo...
Nos mueven más los comportamientos automáticos, que nos llevan a vivir 
bajo el auspicio de temores e inseguridades, en modo defensa,
que la propia realidad que estamos viviendo. 
Si, hablando de esos temores, no nos ocupamos conscientemente de ellos,
se exacerban, se estancan, y nos pueden producir una desconexión con la realidad,
alejándonos de nuestros principales objetivos vitales.
Nos consumen energía en exceso.
Nos hacen perder la confianza. Y, por ello, la capacidad de re-dirigir nuestra propia vida
conduciendo nuestra energía, es decir nuestro tiempo, nuestro foco e intereses, 
en la dirección que nos genere mayor satisfacción.

Se trata de aprender el arte de vivir conscientemente.
Quizás lo más difícil de la llamada vida plena.

La mejor herramienta para conseguirlo quizás sea la meditación.
Pero cuando hablo de meditación hoy aquí, no me refiero a esa actividad especial 
que practican los yoguis, ni los budistas, ni a esa actividad a la que dedicamos
un determinado tiempo de desconexión, un modo de autocontrol de la respiración.
Sería estupendo practicarla diariamente, como el que bebe agua.
Me refiero a algo más sencillo: parar de vez en cuando, y estar presentes.
Hacer paradas en la vida aunque sea por un instante.
Pasar a modo simple.
Observar. Aceptar. Y vivirlo con plenitud.
Sea la que sea lo que te esté ocurriendo.
Lo mejor, cuando lo hacemos, allí estamos.
Todo se simplifica. Muchas de las cosas dejan de ser importantes. Sobretodo, las que no lo son.

"Si tu mente no está enturbiada 
por cosas innecesarias,
esta es la mejor época de tu vida, 
aunque dure un instante"
                                                              Wu-Men

Ya lo he escrito en otras ocasiones, vivir es consumir momentos.
Si esto se entiende bien, se entiende la vida.
Qué más pedir a la felicidad que vivir plenamente.
Haz y siente lo que haces.
Y para captar los momentos la mejor manera es prestar atención.
La atención además genera intención. Y la intención acción.
No debemos confundir, nos dicen los expertos en coaching, la intención con el intentar.
Intentar es un verbo que habita en el vacío, es postergar, dejar para después. 
Poner intención es la forma de empezar a hacer que algo suceda.
La intención tiene un mejor recorrido, más libre, con mayor poder de elección, 
si nace de la atención.

ATENCIÓN
INTENCIÓN, 
ACCIÓN

Y por ese orden...

la vida es demasiado importante como para echarla a perder con una actitud de comodidad sostenida.
Poner atención para elegir.
Poner intención para saber donde ir.
Y llevarlo a la acción para hacer que las cosas sucedan.

Poder elegir desde la consciencia es poder vivir la vida con autonomía, 
es vivir la mejor de las vidas.
Dietrich Grönemeyer, médico alemán, creador de la microterapia, nos dice que somos
expertos en robarnos la vida a nosotros mismos.
Uf !!! Que verdad...
Y añade, en una entrevista de La Contra de La Vanguardia, que quien no sabe reflexionar 
corre el peligro de caer enfermo. 
Reflexionar, traer el momento a la mente, poner consciencia y poder desde ahí decidir.

Por último, uno de los elementos que más nos ofrece la consciencia plena
es el poder del disfrute.
Quien no disfruta vive la vida en modo desagradable, con él mismo y con los demás.
La alegría es un proceso de aprendizaje consciente.
La vida con sentido del humor es otro modo de vida.
Disfrutar  es decir sí  a la vida con un TODO. 
Llegue lo que llegue. Viviendo cada momento.

Cuando la angustia te llegue, contémplala, observaba de cerca y aprende de ella, 
pero no la abraces si no quieres.
No olvidemos que

ES MÁS TARDE 
DE LO QUE CREEMOS