El mar está en calma
¿Qué es más difícil frenar a
un caballo o dejarle correr?
Nos piden de forma repetida
que mantengamos la calma,
que aprendamos a ser más
calmados.
Permanecer en calma para no
mostrar con mucha vehemencia nuestro sentir,
nuestra rabia, incluso nuestra alegría
o nuestros deseos.
Que vivamos sin
desmedidos.
Estar calmados parece ser la
oferta mejor que se nos presenta para tener
la mejor conexión con el
entorno,
acorde además con la forma de entender la espiritualidad que está más de
moda.
¡Que error!
¡Que cegados!
Confundir la clama con sentir
armonía y paz con lo que nos rodea, es un error.
Todos apreciamos esos
momentos de tranquilidad de espíritu,
de paz, de equilibrio con el entorno,
donde parece que el mundo está en orden,
y que el tiempo tiende a
detenerse.
Es un estado de paz. Pero no
necesariamente de calma.
En mi modesta opinión, es muy
bueno comprender la distinción,
que diría un coach, entre
calma y paz.
La palabra calma es un
término griego de origen marítimo.
Se refería al mar tranquilo, sin
viento, apaciguado.
Pero..., por el contrario,
obligaba a los marineros a permanecer inactivos, sin trabajo,
sin faenar, sin la pesca del
día, sin comida, ni recursos, es decir a estar parados.
La calma es la ausencia de
movimiento.
Es vivir en estado estático.
…Y como dice Jorge Drexler en
su último disco, “ Salvavidas de hielo”,
todo lo que se para, se muere.
Yo no quiero estar en calma.
Si estoy triste, quiero que se me note.
Si estoy enfadado, quiero que
se me note. Mostrarlo.
Si estoy alegre, quiero que
se me note. Vivirlo.
Si tengo rabia, quiero que se
me note. Transmitirla.
Si tengo miedo, quiero que se
sepa que tengo miedo.
La calma consigue ovejas dóciles. Rebaños uniformes.
Y no debe ser muy bueno para
el hígado J
La calma reside en la antípoda
de la vida.
Junto a lo que está muerto.
Cuando te mueras, estarás ya
para siempre en calma.
La paz es diferente. Viene
del griego, pegh,
y que en latín encontramos
como pax,
que significa, reparar,
ajustar trabajar.
Todo lo contrario a estar en
calma.
La paz implica esfuerzo para
que las cosas se ajusten adecuadamente.
La paz me permite vivir como
estoy viviendo cada momento.
Tal como es. Aceptándolo. Y,
a su vez, luchando para estar mejor.
Sin calmas que lo apaguen.
Me permito vivir en el oleaje, en el viento,
y así poder moverme, transitar.
La paz necesita del
entusiasmo. De la energía.
La calma lo apaga.
Buda, Gandhi, Mandela, Luther
King, Dalai Lama…,
buscaban la paz, desde la paz, sin estar en calma.
Han sido
auténticos revolucionarios.
Estaban en movimiento. Y
pusieron en movimiento a la humanidad.
No en calma.
Desde la paz cambiaron una
realidad. Le dieron la vuelta.
La paz no es resultado de
apagar lo que nos está ocurriendo.
No se trata de vivirlo con calma. Sino de transmutar la
realidad.
Por ello, si algo está
enfermo, generará angustia, …y es normal.
Vivirlo en paz, aceptando la
realidad, será necesario
porque desde ahí se buscaran
las mejores soluciones posibles al mal.
Ahora bien, no se confunda con vivirlo
con calma,
porque desde la calma no se
hará nada por cambiar el estado de la enfermedad.
La paz tiene que ver con
vivir la vida con serenidad,
para que desde ese estado
mental podamos aceptar lo acontecido.
Y desde ahí, poder hacer los
cambios necesarios,
adaptándose a lo nuevo,
provocando a la realidad conocida,
generando nuevas
posibilidades.
La calma, sin embargo, tiene
más que ver con vivir apagado.
Dejando las cosas como están.
La paz genera TRANSFORMACIÓN.
La calma genera CONTINUIDAD.
VIVE EN PAZ
NO EN CALMA