Lucidez, referido a claridad mental.
Mente despejada.

Cuando la mente se libera de las ataduras que la tienen presa, entra la luz.
Limpia. Sin filtros.
Se relativiza la razón.
Se disuelve la ofuscación, y surge la sabiduría, la inteligencia superior,
la que no necesita ni juicios ni justificaciones.
Aparece la visión más pura.

La realidad no siempre es como se muestra en nosotros.
Y, lo peor, no nos damos cuenta.
Con frecuencia, exageramos los hechos percibidos, los generalizamos,
llevándolos desde lo particular a lo macro; sin sentido.
La alimentamos de los temores, de las experiencias pasadas, aprendidas,
del conocimiento, a veces ya no válido, de las propias carencias, de los valores sin sentido,
de las falsas expectativas, del autoengaño, ...
Y, desde ahí, creemos ver la realidad.
Desde ahí, surge nuestra razón. Nuestras razones.
Desde ahí, decidimos.

Liberarnos de ciertos patrones nos ayuda a decidir con más lucidez.
A pensar con más claridad.
A poner la consciencia necesaria para intentar distinguir lo real de lo creado por nuestra cabecita.
Y es entonces cuando sonreímos más, somos más creativos, la mente se oxigena,
estamos más abiertos al aprendizaje, crecemos, somos más tolerantes,
admiramos la diferencia y el corazón se engrandece.

Esta lucidez, que se adquiere con la madurez de la vida,
no es espiritual, o al menos no tan sólo espiritual,
es esencial para vivir una vida terrenal disfrutana, más real, menos encogida, ...
Necesaria para enfrentarnos al día a día, útil en lo corriente, en lo cotidiano.

Es una claridad mental que nos aleja de la rabia, del odio.
Nos acerca al amor.
Nos aleja del apego no decidido, crea interdependencia.
Nos aleja de la pena, rompedora de la inspiración.
Y nos acerca a la compasión, de la buena, con pasión.
Nos hace ver que la seguridad es una falsedad.
Y que lo normal debe ser recibir a la incertidumbre con alegría.
La mente lucida nos ayuda a recibir lo inevitable, sin dramas.
A la vez que nos activa para resolver lo resoluble.
Para cambiar lo que de nosotros depende.

Una mente lucida nos permite enfrentarnos con calma a lo diario, en paz.
Sin malrollismo.
Y vivir aceptando igualmente los momentos de bienaventuranza como los de turbulencia.
Todos ellos son vida.
Todos son por algo. Están para algo. Nada sobra.

Una mente lucida nos llevará a

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