Un viejo refrán nos enseñaba que es de bien nacidos ser agradecidos.
Y es que, por el hecho de haber nacido y de estar vivos,
deberíamos utilizar mucho más de lo que lo hacemos la palabra 
"gracias"

Ser agradecidos es bendecir cada momento de la vida.
La gratitud está cerca del amor porque no se puede agradecer lo que no se ama.

La gratitud es inspiración. Es abundancia. Es desarrollo.
Un corazón agradecido le grita al universo que valora lo que tiene, lo que es, lo que siente, ...
Y por esta causa recibe más. Crece.

La oración más corta conocida es la palabra “gracias.
Es un auténtico mantra.
Bendice el momento al que se refiere.
Genera sonrisa.
Abre la mente y el corazón.
Es energía en estado puro.
Conecta.
Es una actitud de reconocimiento, apreciación y admiración ante algo que se ha recibido o que se ha vivido.
Es una virtud humana.

La gratitud no es sólo una emoción.
Es una forma de entender la vida, lo bueno que nos trae, que nos deja, que nos hace experimentar.
Es preciso que seamos capaces de darnos cuanta de lo que tenemos, de lo que hemos dejado ir,
de pararnos y observarnos, de mirar nuestro ser interior, de mirar con amor a nuestro alrededor,
a los que nos acompañan, de los momentos que vivimos, ...
Es poner foco en lo que hoy somos y tenemos, no de lo que echamos en falta.

Cuantas veces, por ser cotidiano, perdemos de vista lo esencial, lo que verdaderamente nos importa,
lo que nos da la vida, lo que nos hace diferentes, lo que nos enciende, ilumina, lo que nos llena de energía.
Al tenerlo no lo ponemos en valor...
Y al perderlo, nos inunda la tristeza.

El agradecimiento nos conecta con la esencia de nuestro ser.
Nos hace que no perdamos de vista lo más válido de nosotros mismos y de todos lo seres que queremos.

El agradecimiento como un hábito cotidiano nos hace más felices.

Por el contrario, si sólo te quejas, si te pasas la vida lamentándote, si sólo vives para echar en falta
aquello que no tienes o no eres,

NO CONSEGUIRAS SER LIBRE DE VERDAD

Vivirás en la pena. De las circunstancias que te rodean. Hijo del azar.
Y lo que echas en falta seguirá sin acercarse a ti.
La lamentación atrae lamentación.
El triste atrae tristes.

Busca cosas simples por las que puedas estar agradecido y te sentirás único.

La gratitud te trae paz mental. Y te llena el corazón. Te ayuda a elegir mejor.
Te ayuda a incrementar la autoestima.
Te ayuda a construir vínculos duraderos con los otros.
Te ayuda a incrementar tus comportamientos éticos y filantrópicos.
Te ayuda a reducir el estrés. Te ayuda a reducir la ansiedad. Te ayuda a enfrentarte a la adversidad.
Te ayuda a inhibirte de las comparaciones.
Te ayuda a combatir las emociones negativas y a percibir la realidad inteligentemente positiva.
Te ayuda a aceptar el cambio y a adaptarte a él.
Te ayuda a ser más coherente contigo mismo.

Dar lo gracias por todo lo que deseas es empezar a tenerlo, a ser.
Dar las gracias por todo lo que no deseas es empezar a dejar que se aleje.

Puedes agradecer una simple música, un rato compartido con un amigo, el sonido de tu guitarra,
el agua limpia que ves salir de un grifo, el lametón de tu perro, el rayo de sol que acaricia tu piel,
el brillo de los ojos de tu hija, las palabras de amor que te llegaron ayer, la gotas de lluvia sobre el cristal, ...
Se agradecido por todas las pequeñas cosas que te suceden.

Tu primera palabra al despertar cada día debe ser “GRACIAS" 
Verás como tu jornada empieza de otra forma.
Presta atención a ello y empezarás a sentirte mejor.

Escribe una carta de gratitud.
Deja un mensaje de gratitud.
Llámale para darle las gracias.
Camina por la vida sintiendo gratitud.
Agradece a los demás por formar parte de tu vida.
Vive con gratitud.

Da las gracias tantas veces como lo consideres necesario...
Yo, ahora, quiero dar las  GRACIAS  porque

 ¡ ESTÁS AHÍ !