Cine Super Nic


Cuando era pequeño, en los años 70 del siglo pasado,
los Rayes Magos me trajeron una máquina de cine como la de la foto.
Estaba de moda en aquella época.
No hace mucho todavía la vi en casa de mis padres. Mi padre la guarda en su cuarto de los trastos.
Las películas eran cartuchos de papel.
Todas ellas eran de animales corriendo sobre un fondo blanco.

Todas las películas en aquel momento eran en 2D.
También las que se proyectaban en los grandes cines.
Incluso las super-8, en blanco y negro, que tenían mis amigos los más ricos.
Mucho más tarde llegaría el cine en 3D. Y recientemente en 4D.

La vida, a diferencia de la historia del cine, nunca fue en 2D, ni siquiera en 3D.
La vida siempre fue en 4D.

Nació así.
Se estructura en cuatro dimensiones.
Y las cuatro conforman la realidad que construimos.

Equilibrar adecuadamente estas cuatro dimensiones nos da el “poder” de ser más fuertes.
De entender mejor la realidad cotidiana que nos acontece.
De avanzar con mayor bienestar.
De sentirnos más felices.

Me he atrevido a poner nombre a estas cuatro dimensiones.
Me he atrevido a etiquetarlas con un concepto que las defina.
Me he atrevido a sentirlas en espacios diferentes para que así funcionen como diferentes dimensiones de verdad.
Me he atrevido a calificarlas con el mismo grado de importancia para así, desde su totalidad, sentirme vivo.

A la primera le llamaré ...


M E M O R I A

Sería la capacidad adquirida de vivir un momento desde lo construido anteriormente.

La memoria es una función biológica cognitiva del cerebro. Y una capacidad de la mente que nos permite
codificar, almacenar y recuperar la información del pasado, ya sea en términos de conocimiento
o de experiencias vividas.

Es el alimentador de creencias.
Lo cual no es ni bueno ni malo.
Estas creencias nacidas de las experiencias del pasado nos habilitarán o des-habilitarán
según hagamos uso de ellas. Es el uso lo que nos condiciona. No las creencias.

La memoria es la dimensión que nos permite aprender del pasado.
Crecer desde lo ya vivido.
Nos permite seleccionar lo válido y apartarlo de lo no necesario, de lo que molesta.

La memoria vive de lo sucedido.
Se sostiene de lo realizado en nuestro siempre, es decir del largo y del corto plazo vivido.

La memoria está para conocerla, comprenderla, aceptarla, celebrarla, para ser honrarla.
O está para ser borrada si así lo consideras.
O simplemente para ser reseteada, dejando espacio vacío en el disco duro de la mente.
O está para quedarse a vivir con ella, asumiendo el peso de sus experiencias.
O para avanzar desde su conocimiento.

Desde ella se construyó el presente que hoy vivimos.
Ella nos condicionará hacia el futuro si nos quedamos atrapados, pillados por su fuerza.
La memoria crea comodidad.
Es necesario saber que en ella no viven los “éxitos” ni los “fracasos" del futuro.


La segunda es la ...

D E C I S I Ó N

Esta dimensión tiene que ver con la creación de futuro.
El futuro lo creas en el presente.

Decidir es vivir el presente de una determinada forma.
Es elegir entre opciones. Priorizar. Descartar.
Es resolver. Poner juicio sobre un asunto.
Es interpretar la realidad de una determinada manera.
Es manifestarte en una determinada dirección.
Es coger un camino y dejar otros.

Decidir tiene una condición subyacente: se alimenta de las diferentes posibilidades.
Decidir tiene que ver también con la creación de diferentes opciones.
Con la creación de alternativas.
Con ver “más allá”.
Con no conformarse con lo obvio.
Con la búsqueda. Vivir explorando.

Decidir se lleva mal con el miedo.
Porque desde el miedo no se decide libremente.
Decidir se lleva mal con la comodidad.
Porque desde la comodidad se decide por lo conocido. No se arriesga. No se aprende. no se prueba lo nuevo.
Decidir se lleva mal con el dogma.
Desde el querer tener siempre razón se decide sin la visión de nuevas alternativas. Se decide con visión de ciego.

Decidir es lo que nos hace tener una determinada actitud ante todo en la vida.
Decidir cómo interpretamos un hecho es lo que conforma la visión final del hecho.
Por eso la dimensión de “decidir” nos hace fuertes y nos da la mayor de las libertades humanas.

Al decidir, haces.
Al hacer, eres.


La tercera de las dimensiones, en mi opinión, es la ...

C O H E R E N C I A 

La vida es coherencia en estado puro.
Lo contrario es enfermedad.
La coherencia es centramiento.
Es vivir desde la esencia. Desde una determinada posición.

Se dice en lingüística que un texto es coherente cuando puede ser comprendido como una entidad única.
Eso! La vida como una entidad única.
Igual es en la mente. La mente es lingüística. La vida es lingüística.
Nos hace personas compuestas de múltiples utilidades en una sola pieza.
En química es la propiedad que mantiene unidas las moléculas de un cuerpo.
Igual es en la vida, que es química, igual es en la mente, que es química.

La coherencia es necesaria para entender la diversidad.
Todos somos seres únicos. Y, a su vez, diversos.
Ya no sólo por razas, culturas, religiones, etc... sino por nuestra coherencia interna.
Yo soy yo y tú eres tu. Y eso nos hace iguales desde la diferencia.

La coherencia nos pone una vigilancia intensiva entre lo que decimos y lo que hacemos.
Entre lo que decimos que somos y lo que somos.
La coherencia nos pone en valor individualmente y nos genera, a su vez, capacidad para relacionarnos con los otros.

La honestidad, la responsabilidad, la humildad, la voluntad, la sinceridad, la confiabilidad, la prudencia, ..., nacen de la coherencia.

La coherencia es lo que “uno”  ES.


Y la última de las dimensiones es la ...

S U P E R V I V E N C I A 


Vivir es también mantenernos vivos.
Esta dimensión de la vida trata de buscar lo necesario para seguir vivo.
Consiste en alargar la vida. En estirarla al máximo con la mejor calidad posible.

Tiene mucho que ver con la adaptabilidad y con la búsqueda de lo básico.
Sabemos que no sobrevivimos más de tres minutos sin aire, hay que disponer de él.

Pero más allá de lo puramente fisiológico, la supervivencia también está relacionada
con la capacidad de ser flexible.
De tener una mente abierta, una mente creativa.
Una mente creadora sobrevive mejor.  Es generadora de sueños. Y trabaja para averiguar cómo despertarlos.
Como inducirles la energía necesaria para que se pongan en marcha. Para ponerlos en movimiento.

La supervivencia tiene que ver con el talento.
Y con su puesta al día.
La supervivencia requiere de esfuerzo. De ser perseverantes.

La supervivencia nace del instinto animal y de la intuición humana.
Se alimenta de emociones y de las razones que acompañan a las emociones.
Un ejemplo es el miedo no tóxico, es una emoción a favor de la supervivencia.
Por el contrario, el temor, o miedo tóxico, es una emoción en contra de la superviviencia.
No te permite adaptarte.
Te equivoca. Te aturde. Te aleja de la creación. Te hace huir de lo soñado.

La dimensión en modo supervivencia te permite encontrar nuevas formas de vivir en viejos entornos.
Y adaptarte a los nuevos momentos.
Te permite aceptar lo que no puede ser cambiado.
Y, a su vez, gastar toda la energía necesaria, en intentar cambiar lo que te hará un mejor superviviente.


Avanzamos en nuestra vida desde el principio al fin entre estas cuatro esquinas.
Nos movemos en las cuatro dimensiones, hoy etiquetadas así, con  mucho atrevimiento.
Y con el propósito de buscar el equilibrio entre todas ellas.
Y desde ahí ...

vivir con alegría


Un precioso poema para terminar...


Defender la alegría como una trinchera,
defenderla del escándalo y la rutina,
de la miseria y los miserables,
de las ausencias transitorias y las definitivas.

Defender la alegría como un principio,
defenderla del pasmo y las pesadillas,
de los neutrales y de los neutrones,
de las dulces infamias y los graves diagnósticos.

Defender la alegría como una bandera,
defenderla del rayo y la melancolía,
de los ingenuos y de los canallas,
de la retórica y los paros cardiacos,
de las endemias y las academias.

Defender la alegría como un destino,
defenderla del fuego y de los bomberos,
de los suicidas y los homicidas,
de las vacaciones y del agobio,
de la obligación de estar alegres.

Defender la alegría como una certeza,
defenderla del óxido y la roña,
de la famosa pátina del tiempo,
del relente y del oportunismo,
de los proxenetas de la risa.

Defender la alegría como un derecho,
defenderla de dios y del invierno,
de las mayúsculas y de la muerte,
de los apellidos y las lástimas del azar,
y también de la alegría.

Mario Benedetti