Lucidez = claridad mental

Cuando la mente se libera de ataduras, llega la luz.
En ese momento, se relativiza la razón. 
Pierde importancia.
Se le quita peso a la idea por la idea.
Se disuelve la ofuscación.
Y surge la sabiduría, la inteligencia supra-consciente. 
La visión más pura.
La lucidez.

La realidad no siempre es como se muestra. 
Depende de la percepción, de los temores, de las experiencias aprendidas, 
del conocimiento, de los valores, de las propias carencias, de la imaginación, 
de las expectativas, de las creencias adquiridas, del autoengaño, ...
Desde ahí vemos y vivimos la realidad. 
La hacemos nuestra.

Cuando nos vamos liberando de todos estos condicionamientos, 
pensamos con más claridad,
decimos que decidimos con más lucidez.
Sonreímos más, somos más creativos, más abiertos al aprendizaje, 
al crecimiento, tolerantes, ...aparece la verdadera inteligencia, 
y el corazón se vuelve más lúcido.

Esta lucidez es esencial para la vida espiritual, ¿cómo no?, 
...pero, sobretodo, para la vida terrenal;
necesaria en el día a día, útil en lo corriente, 
en la vida dedicada al trabajo, a la familia, en lo cotidiano.

Esta lucidez nos aleja del odio. Nos acerca al amor.
Nos aleja del apego. Nos acerca a la interdependencia.
Nos aleja de la pena. Nos acerca a la compasión.
Nos aleja de la seguridad. Nos acerca al aprendizaje.

La lucidez mental nos permite enfrentarnos
con la calma cuando llegan esos momentos de parada necesaria; 
y también vivir en los turbulentos tiempos de tormenta
Todo es vida. Todo es por algo. Todo se necesita.

Un pensamiento lúcido nos ayuda a aceptar lo inevitable, 
lo que está fuera de nuestro control, en lo que no podemos intervenir,
con lo queda fuera de nuestra capacidad de influencia.
Y, al mismo tiempo, una mente lúcida,
nos activará para poder resolver lo resoluble;
para centrar nuestra energía en aquello en lo que sí podemos influenciar. 
En lo que sí depende de nosotros.

Una mente lúcida nos lleva a poder 

ELEGIR 
nuestras 
PRIORIDADES VITALES